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Usted y yo sabemos que como articulista tengo un pase, pero como adivino soy una auténtica calamidad, aunque no paro de encontrarme gente que me pide qué va a pasar en las próximas elecciones. No lo sé yo y tampoco lo saben los que se presentan, excepto los de Ciudadanos, claro. Pero, aun así, osaré hacer un vaticinio. Este verano lo vamos a pasar mal con los taxis. De hecho, ya estamos sufriendo bastante y eso que todavía no ha llegado el tsunami turístico de la temporada alta. Nos enfrentamos a un problema muy gordo que no sólo va a afectar a la calidad de nuestra oferta como destino vacacional, sino que va a dar de lleno en nuestras necesidades de movilidad. Los taxis son un servicio público esencial. A determinadas horas es imposible pillar uno. No hay y pedirlo por teléfono es un ejercicio desesperante que requiere de una paciencia extrema. Es cierto que se han tomado decisiones para paliar el problema que no se está solucionando de manera eficiente. Y, ¿sabe por qué? Porque no hay partido político que se atreva a incomodar al colectivo de los taxistas y menos a las puertas de unas elecciones con la solución rápida que el ciudadano aplaudiría. Abrir las puertas a las VTC. Cosa que habría que hacer con unas limitaciones y condiciones claras que no perjudiquen al sector. Pero mientras tanto, usted lo sufrirá, aunque también vota.