No hay nada que ponga más de los nervios a un psicólogo moderno (o psicóloga) que el victimismo. Me he dado cuenta a fuerza de escaparme de unas cuantas consultas. Hacerse la víctima está muy feo. Se podría decir que debería estar prohibido. Por eso he llegado a la conclusión de que si no tenemos suficiente fuerza y poder para defender el catalán es porque llevamos décadas haciéndonos las víctimas. Lo que deberíamos hacer es ponerle más empeño (más huevos, como se dice de manera castiza). Porque con victimismo y buenas palabras lo que haremos será simplemente salir de la consulta del psicólogo (o psicóloga) con el rabo entre las piernas.
Deberíamos fijarnos en el método español, que consiste en –además de darle la vuelta a la tortilla: el castellano está en peligro– redactar decálogos muy tajantes, ponerse muy chulo en las exigencias y, después, mantener el tipo en el momento de exponerlas. Tal como se puede observar en el caso de Hablamos Español, esa asociación de defensa de los derechos lingüísticos de los hispanohablantes. Nada de Política Lingüística (departamento que, por cierto, acaba desaparecer del mapa). Con buenas maneras no se consigue nada. Y, además, según los expertos, ninguna política lingüística ha salvado jamás una lengua.
Mucho menos, cualquier intento de actuar en favor del bilingüismo (si una lengua hace el trabajo, ¿para qué queremos dos?). En fin, que copiando el decálogo de Hablamos Español (léanlo, se van a tronchar) pero aplicándolo al catalán (Parlam Català) resultaría facilísimo, por una vez, defender nuestra lengua sin caer en el victimismo. Porque ya está bien de tener que ser siempre los protagonistas del cuento del cornudo y apaleado (el de fotut i banyut). A mí, es que no me gusta nada ir al psicólogo (o psicóloga).
5 comentarios
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Cococolasbon dia, t'has aturat a pensar que es mallorquí o català, tant és ja que, per jo, són sa mateixa cosa, està en retrocés per sa quantitat de gent que ha vengut de fora i no l'ha après i no per cap imposició? t'has aturat a pensar que a Andalusia no escolten dir, dia sí, dia també, que s'andalús no és castellà i que es castellà és una imposició de Castella com ho hem d'escoltar aquí amb es català? quan jo era nin a ca nostra se xerrava es castellà i a s'escola també (teníem una assignatura que se deia "mallorquí"), a pesar de tenir un progenitor catalanoparlant i un altre castellanoparlant, i no vaig aprendre es mallorquí o català, tant m'és, fins es deu anys. Ara, es meus fills senten xerrar mallorquí o català, tant m'és, a ca nostra, i també el xerren, i a s'escola, però xerren en castellà amb molts dets amics que troben en es carrer. Vull dir amb aquesta història que cadascú és cadascú i no se poden donar receptes generals per a tothom; jo tenc comprovat que qui sent xerrar mallorquí o català, tant m'és, l'aprèn i el xerra. La resta són vuits i nous i cartes que no lliguen.
Esperando la desinformación de siempre (mallorquín no catalán) de Angelcaido en 3,2,1...
Hem de utilitzar el dret internacional d'independitzarmos d'Espanya. Espanya ja ha perdut quasi totes les colònies, és qüestió de temps que el país basc i els països catalans ho fem també
Hola. Hace más de cincuenta años, los niños aprendíamos mallorquín en casa y en la calle, a pesar de todas las dificultades ya conocidas. El mallorquín en Mallorca iba a más de forma vegetativa. En los colegios se daban las clases en castellano (entonces no se llamaba español), y en los patios jugábamos en mallorquín. No sabría decir por qué, era algo involuntario, creo; pero así era. La lengua vernácula es aquella que uno siente involuntariamente suya por haberla aprendido de forma inconsciente al mismo tiempo que se crece. Se aprende en edad temprana por imitación. El castellano, un idioma venido de fuera, no tenía el mismo lugar en el subconsciente de los niños. Quisiera notar que, siempre hubo quienes, hablado los padres el mallorquín, sólo permitieron a sus hijos aprender el castellano por higiene social. Cada uno es cada cual. Hoy en día el estado de cosas ha cambiado. En la calle se habla principalmente el castellano y en las escuelas se imparten las clases en mallorquín. ¡Un momento! En mallorquín no, en catalán. Ya sé que habrá quien, esgrimiendo sus razones, me dirá que lo que yo hablo es un dialecto del catalán; y lo que hay que enseñar es el idioma, no el dialecto. Bien, entonces yo pregunto por qué un andaluz no percibe el castellano como un idioma distinto cuando lo escucha por la radio o lo oye en la televisión. ¿Por qué, sin embargo, sí lo percibimos de esta guisa aquí? Mi hijo no habla mallorquín; no sé que habla cuando lo intenta. Yo le hablo mallorquín, su madre castellano, y en el colegio le hablaban en catalán. Resultado, a hacer puñetas las complicaciones; habla castellano. En algunas ocasiones he leído, en diversos medios, que el uso del catalán está en retroceso. Es lo que suele ocurrir cuando algo se impone y no gusta, como las lentejas. Al final uno acaba comiendo algo. En mi opinión, se eliminó la lengua balear en aras de una ilusión pancatalanista convertida en proyecto político. Sé perfectamente de lo que hablo porque cuando viví en Barcelona durante ocho años, allá por los 80, tuve ocasión de mezclarme con ellos, Decidí poner tierra de por medio cuando oí, y tuve que rebatir que, las Baleares no eran "ses nostres illes". No son suyas, son nuestras. Los políticos, todos, se han rendido cada uno a su manera a esta tesis. No obstante la realidad se demuestra tozuda; y la solución no es más de lo mismo y con más ahínco. A la larga por este camino habrá "galtades". Ojalá me equivoque porque "ses manballetes" nunca son buenas. A Mafalda no le gustaba la sopa, a mi no me gustan estas lentejas. Un saludo.
Muy buen artículo, EN CASTELLANO. Vendo consejos que para mí no tengo.