Hay trabajos que destrozan. Se llama CCC Barcelona Digital Services. Es una compañía con Sede en Barcelona que se encarga de supervisar los contenidos de las redes como Facebook o Instagram para controlar que no infrinjan sus normas. Como cualquier hijo de vecino puede colgar imágenes y vídeos en las redes, surgió la necesidad de controlar su contenido. El mundo virtual está lleno de escenas de dolor, torturas, suicidios, abusos sexuales y asesinatos. No se trata de ficción, sino de una realidad terrible que reafirma la idea de que la maldad existe.
Los trabajadores de dicha empresa dedican ocho horas al día a visionar ese material para decidir si es necesario prohibirlo. Es mucho tiempo diario de observar atrocidades. Los seres humanos somos capaces de resistir experiencias extremas o muy duras, pero no es fácil dedicar tu vida laboral entera a ver cientos, miles, millones de secuencias que muestran la cara oscura del mundo. La inmensidad de la miseria humana.
Es difícil de soportar. Los trabajadores apenas reciben preparación psicológica para enfrentarse al horror. El resultado es que un veinte por ciento de la plantilla, que consta de cuatrocientos empleados, está de baja por depresión.
La situación es fácil de adivinar: asomarse un día tras otro a lo más profundo del infierno pasa factura. Después de tantas sesiones de niños violados, descuartizamientos de cadáveres, y suicidas jóvenes, perder el juicio es lo mínimo que te puede ocurrir. Es como habitar permanentemente en el castillo del terror, con la diferencia de que lo que nos toca ver no es una atracción de feria sino la vida de carne y huesos. Esa vida real, que puede ser negra como la noche sin luna, capaz de dejar nuestra mente fuera de combate sin piedad.
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