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Hay que ser atrevidos para pedir la libre elección de lengua en todas las etapas educativas, que es lo que exigen los políticos de Vox en el Parlament. Y hay que ser atrevidos porque es uno de los paradigmas del catalanismo radical. Los de Vox creen que los padres elegirán mayoritariamente el modelo educativo en español que relega el conocimiento del catalán a una asignatura por curso. Piensan que esta última lengua apenas tiene utilidad, así que mejor quitarla de en medio para no dificultar el aprendizaje de los castellanoparlantes. Los catalanistas, al contrario, están convencidos de que con la libre elección de lengua los padres elegirán el modelo catalán porque los hijos de los inmigrantes de América Latina, Magreb, África subsahariana,... querrán llevar a sus hijos a las escuelas en español. Y la calidad de la enseñanza en estos centros será inferior, porque los alumnos recién llegados suelen sufrir un retraso antes de su adaptación social y educativa. La libre elección incidiría en ese número de escuelas que ya se han convertido en pequeñas onus y a las que los padres mallorquines prefieren no enviar a sus hijos. Además, sentencian que el catalán siempre será un recurso, un mérito o un requisito para trabajar en el sector privado o en la administración pública. En una palabra, que la aspiración de Vox alimentaría el prestigio de la lengua catalana, les saldría el tiro por la culata. Tal vez lo inteligente sea integrar a todos los alumnos en torno a nuestras dos lenguas, que es lo que ya se hace con el esfuerzo a veces poco valorado de muchos profesores. Españolizar con la segregación es un mal recurso: esto ya es España (pero no Castilla).