Aunque parezca increíble, y hasta un poco inmoral, hubo un tiempo no muy lejano en el que los novelistas, ensayistas y articulistas no siempre escribían textos de autoayuda, cargados de consignas y lemas sociológicos o psicológicos. Había bastantes escritores que no sermoneaban, no estaban en posesión de la verdad, no se quejaban, no profetizaban, no se indignaban ni se solidarizaban, nunca peroraban sobre el yo (el suyo), no señalaban el camino, no lanzaban continuas alarmas igual que si fuesen ambulancias o vehículos policiales, no le decían al lector lo que tenía que hacer con su vida. Al parecer aquellos depravados se tomaban las cosas como venían, una palabra detrás de otra, y su única intención era llenar la página lo mejor posible, no aleccionarnos ni salvar al mundo.
Literatura patológica
Palma06/11/23 0:29
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