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Todo son maneras de ver las cosas pero es difícil de entender que los mismos que ocultaron y evitaron asumir responsabilidades políticas por el caso de la prostitución de las menores tuteladas pretendan ahora que el vicepresident del Govern, Toni Costa, dimita por el asunto de su ex alto cargo que será juzgado por agresión sexual, o más concretamente por besar a una mujer sin consentimiento y después por agredir a un policía. Cuesta entender que los mismos que protegieron durante años a un alto cargo socialista al que pedían 17 años de cárcel por los supuestos delitos de prevaricación, malversación y fraude quieran que Costa dimita pese a haber admitido su error públicamente, algo que no hizo José Hila al nombrar y mantener a su director de comunicación sabiendo las graves imputaciones que pesaban sobre él. Recuerden que tuvo que dimitir cuando el asunto se aireó en este modesto espacio de opinión ya que otros prefirieron ocultarlo, pese a conocer los hechos, porque «era una persona muy apreciada y muy querida».

Resulta también difícil de entender que el mismo partido que protegió a Armengol cuando se destapó el ‘caso Hat bar' exija ahora a Costa que abandone el Govern. Recuerden aquel episodio, que más allá de distintas versiones sobre lo ocurrido, mareos y otras historias para no dormir, supuso que la actual excelentísima presidenta del Congreso negase los hechos en el Parlament (mentir en otros países ya es motivo de dimisión inmediata) para reconocerlo días después y pedir disculpas cuando el asunto ya era demasiado evidente. Recuerden también que aquel incidente nocturno provocó que el expediente policial desapareciese sin que nadie aún haya dado ninguna explicación convincente sobre lo ocurrido, aunque después de conocer la persecución de Hila contra inocentes policías locales es fácil imaginarse lo peor.

También es difícil de explicar que el mismo partido que ha negociado una legislatura con un prófugo de la justicia, que además implicará la amnistía de muchos delincuentes, pida ahora que un simple conseller de un gobierno autonómico deje la política por equivocarse en un nombramiento. Sinceramente, tengo dudas razonables sobre la decisión que tendría que haber adoptado Costa al estallar este asunto, pero lo que sí tengo muy claro es que la izquierda ha puesto el listón tan bajo en relación a las responsabilidades políticas que ahora está poco legitimado para exigirla a los demás, eso sin contar el ‘caso Puertos', el ‘caso Varadero' y la reciente condena por el ‘caso Senderismo', que aunque nadie lo diga la corrupción se produjo durante el gobierno de Armengol en el Consell. No es cuestión del tú más. Es que las comparaciones son bastante odiosas.