Entre las causas se citan el fracaso escolar, por delante de las demás autonomías, y las tasas netas de escolarización, en los últimos puestos de esa clasificación nacional. Como daños colaterales hay que reseñar que los trabajos más buscados sean los de empleados en grandes almacenes o camareros por una parte y, por el lado de las empresas, la realidad de unos sueldos que no permiten la independencia de la familia ni aseguran una mínima holgura económica. De hecho, el precio de la vivienda es ya uno de los primeros factores de exclusión social. Ante tan sombrío panorama, la atención se vuelca en el sistema educativo que, para Pau Montserrat, miembro del Consell Econòmic i Social y profesor universitario, es un completo fracaso: «El sistema educativo está enviando a las facultades gente sin la cultura del sacrificio y del esfuerzo». Y es obvio que el mercado de trabajo es cada vez más competitivo. El primer tractor de la economía de Balears, el turismo, tiende a reducir el número de visitantes sin afectar a los ingresos de forma que el sector del lujo se revela como un polo de desarrollo. El turista con mayor poder adquisitivo requiere unos servicios con un nivel de exigencia conforme a su estatus y trabajadores y por supuesto empresas y empresarios han estar a la altura. No está claro que hoy sea así.
Por sectarismo y por incompetencia la educación sigue siendo el reto pendiente de la política y todos, a derecha e izquierda, son culpables. Desde 1970 hasta hoy se han sucedido hasta nueve planes educativos distintos, es decir, con una media de vigencia de apenas unos años. Una sopa de siglas, LOE, LOECE, LODE, LOGSE, LOPEG, LOCE, LOMCE, LOMLOE…, cuyo objetivo parece haber sido más la modelación ideológica de las futuras generaciones que el bien común y la visión de estado. Incluso hubo un ministro, Julio Rodríguez Martínez, que pretendió adecuar el calendario universitario al año natural: unos 100.000 estudiantes tuvieron seis meses de vacaciones en el curso 1973-1974, a la espera de comenzar la carrera el mes de enero del año siguiente. El asesinato de Carrero Blanco, en diciembre de 1973, segó la carrera del ministro y las fechas de inicio y final de curso retomaron la normalidad. Eran otros tiempos y a estas alturas es casi un chascarrillo del franquismo. Pero lo cierto es que, después de 45 años de democracia y Constitución, la política sigue sin ser capaz de colocar a la educación por encima de los menguados intereses de cada partido.
En tales circunstancias, no es extraño dar pábulo a la idea de que determinadas políticas tienen por objetivo precisamente conformar mentes acríticas a la espera de que a mayores subsidios más votantes que dependan de los presupuestos públicos.
2 comentarios
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Los políticos funcionan así porque son gente de miras cortas. El hecho de que ahora la situación esté como está arranca ya desde hace dos o tres décadas, en las que se ha inculcado en cada generación el gusto por el dinero abundante, fácil y rápido que se podía obtener en la hostelería, restauración y otros servicios turísticos. Eso ya pasó. Ahora se gana poco, difícil y tarde o a ratos. Los jóvenes y no tan jóvenes se están dando cuenta de la milonga que les han ido contando y, de momento, van aceptando las migajas de subsidios y ayudas, pero no se están conformando y encontrarán su manera de rebelarse, que no será seguir aceptando nuevas miserias. Y a esos políticos de miras cortas ya no les quedarán votantes acríticos, porque muchos pasarán a otro tramo de edad superior y porque la masa de población joven estará casi vacía, según auguran las proyecciones demográficas. A ver si, al menos, podemos ir dotando de mejores herramientas a los que están más abajo de la pirámide. Y de todas maneras, no olvidar que también las familias tienen su responsabilidad en la educación y formación de sus hijos.
Que les lleis educatives les facin polítics que no han entrat mai a una aula és un insult als docents. D'altra banda, és normal la falta de motivació, el monocultiu turístic no dona sous dignes per el cost de vida