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Se habrán percatado no sin inquietud que de algunos meses a esta parte ya no sabemos qué es o no constitucional, ni qué es terrorismos y qué no. No distinguimos lo legal de lo ilegal y lo legítimo de lo ilegítimo (hasta el Gobierno es ilegítimo), y puesto que tampoco sabemos quién manda, es cada vez más difícil distinguir el bien del mal. Este fenómeno provoca grandes colisiones institucionales, grietas en el tejido del espacio-tiempo y el ordenamiento jurídico, choques de legitimidades a nivel europeo, rebelión en el Senado, naves ardiendo más allá de Orión (en Madrid, precisamente) y, en definitiva, un cisco fenomenal. Mueves un pie y te pones fuera de la ley, o viceversa, porque quién sabe a estas alturas dónde están los límites, muy borrosos a causa del frotamiento y la palabrería. Por lo que se escucha en los noticiarios y los informativos, ni siquiera sabemos qué es delito y qué actividad política, lo que equivale a no saber nada. Los más sensatos insisten en que no cunda el pánico, y que en estas confusiones y colisiones lo mejor es no opinar, y que sea lo que digan los expertos, los tribunales, los fiscales. Los que saben. Ellos dictaminarán si algo es constitucional, o si es terrorismo, así como si hay corrupción o mera gestión. Si del bien y el mal los que saben son los curas y los moralistas, de asuntos legales institucionales son los leguleyos, y los demás no pintamos nada colisione lo que colisione. Como si el planeta colisiona con Urano. Ellos dirán. Eso de que se pronuncien los que saben suele ser una buena idea casi siempre, pero no en este caso, porque llevan semanas y meses haciéndolo, y contradiciéndose unos a otros con mucho rigor jurídico y moral, y por eso precisamente es por lo que nosotros ya no sabemos nada. No, que no lo digan los expertos; sobre todo, que no lo digan ellos, que son los que están en plena colisión. Por eso se llama colisión institucional, que es como si la catedral de la Almudena se estrellase contra la Sagrada Familia. Los que saben son los mismos que la están cagando, y en tal caso no hay verdades, sólo intereses. Estar en un bando o en otro. Los que ganen ya nos explicarán que es constitucional y qué terrorismo.