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El Consell dice que con los turistas que tenemos basta y sobra y ha decidido reducir su presencia en las ferias promocionales. ¿Será suficiente? Ese morir de éxito que nos abruma deja rastros terribles para la población local: invasión demográfica, precios desorbitados de la vivienda y la asfixiante sensación de masificación en todas partes. Los analistas e implicados en el negocio andan dándole vueltas al asunto para ver cuál sería la mejor solución y casi siempre llegan a la misma conclusión: hay que perseguir los pisos vacacionales ilegales y ponerles pegas a los cruceros. Es fácil deducir quién está detrás de estas ideas: los hoteleros, que quieren todo el pastel para ellos. Me pregunto de dónde sale esa creencia generalizada de que turismo es igual a hotel. Mallorca tiene una inmensa bendición: su belleza natural y su clima.

Nada de eso lo han puesto ahí los hoteleros, está claro. Lo regala la naturaleza y esa está por encima de todos nosotros. Así que, ¿por qué la tajada han de llevársela los hoteleros? Supongo que se debe a que ellos crean empleo y, de paso, pagan impuestos y de ahí la querencia que el poder siempre ha sentido por el sector. Sin embargo, son esos empleos y ese afán por cobrar más impuestos los responsables de la invasión y la masificación, incluso de la subida de precios inmobiliarios. Por ende, si alguien desea suavizar los problemas que preocupan a los mallorquines la respuesta es clara: hay que reducir población. Y eso se consigue poniendo límites a ese éxito que nos desangra. Eliminar plazas hoteleras, turistas y empleados en el turismo. Quizá, después de todo, la solución más obvia sería apostar por los pisos vacacionales y los cruceros, que necesitan menos obreros.