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Luego dicen que la izquierda va en contra de la economía cuando gobierna, pero este mito hay que desmentirlo categóricamente tras conocer el informe de Terraferida sobre lo que se ha construido en Mallorca durante las dos pasadas legislaturas. Nunca las constructoras habían trabajado tanto. Tampoco nunca las empresas relacionadas con la construcción habían facturado tanto dinero. Los datos son contundentes. Mientras Armengol y sus socios defendían la defensa de la tierra se construía un chalé en Mallorca cada día, según dicho informe.

Cada vez que la expresidenta hacía un discurso a favor de la defensa del territorio algún propietario disfrutaba de una nueva vivienda (o mansión, utilizando el lenguaje de la izquierda) en suelo rústico mallorquín. Es decir, un nuevo chalé en Mallorca al día es el balance de la política más restrictiva en favor del territorio de la historia, o eso decían, aunque cuesta creer que esto ocurriese en la isla cuando las principales instituciones estaban en manos de progresistas. El estudio no lo han hecho peligrosos grupos fascistas o de extrema derecha, sino Terraferida, más bien poco sospechosa de estar alineada con PP y Vox, lo cual supongo que dará más credibilidad a sus conclusiones.

A la espera de las manifestaciones que convoquen PSOE, Més per Mallorca o Podemos en los próximos días contra la destrucción del territorio que ellos mismos permitieron, de nuevo se confirma que una cosa es predicar y otra muy diferente la realidad. Y los datos demuestran que, además de no parar absolutamente ni un chalé en rústico, la protección del territorio ha sido un auténtico fracaso, como lo demuestran las millonarias sentencias que condenan al Govern a pagar a promotores inmobiliarios por paralizar urbanizaciones durante la última legislatura de Antich.

Recuerdo perfectamente que hace ya algunos años los grandes defensores de prohibir la construcción en suelo rústico promovían medidas restrictivas mientras ellos ya disfrutaban de casa en el campo. No daremos nombres, pero realmente tenía mérito su vehemencia a la hora de plantear restricciones para los demás cuando ellos dormían todas las noches en chalés (o mansiones) en suelo rústico. Como lo de Hat Bar pero en política territorial. Ni la derecha más destructora del territorio podrá superar este récord de construcción de chalés de los últimos ocho años.