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Todo lo que no puede ser, finalmente, es. Esta es la máxima que aplica el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, capaz de convertir todo lo imposible en posible. Por ejemplo, en los inicios de su carrera política fue capaz de ganar un congreso con el aparato del PSOE en contra. Susana Díaz tenía el apoyo del partido, desde Felipe González a José Luis Rodríguez Zapatero. Sí, ha leído bien, Zapatero. Aunque ahora sea el máximo defensor de Sánchez, en su día no consideraba que fuese la mejor persona para liderar a los socialistas.

Poco después fue capaz de ganar una moción de censura por primera vez en España. Posteriormente, logró formar el primer Gobierno de coalición de la nación. Esto le ha permitido adoptar decisiones que, inicialmente, él mismo no veía viables. Una de ellas es la Ley de Amnistía, imprescindible para conseguir ser reelegido como jefe del Ejecutivo tras perder las elecciones hace un año.

Esta semana Sánchez nos ha sorprendido entregando la llave de la caja a Cataluña, como han expresado los dirigentes de ERC. El presidente del Gobierno se ha mostrado convencido de que esto será positivo para toda España y, como él mismo ha señalado, lo defiende «con pasión». Sin embargo, esta no era la postura de los socialistas hasta que no han necesitado los votos de los independentistas para que Salvador Illa (PSC) presida la Generalitat. De hecho, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, aseguraba hace sólo 15 días que «yo no comparto el concierto económico para Cataluña».

La también vicepresidenta del Gobierno se perfilaba como lideresa de los socialistas en Andalucía, hace unos años uno de los graneros de votos del PSOE. Sin embargo, ahora lo tiene más complicado; aunque con Sánchez todo lo que no puede ser, finalmente, es.