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Michel, el entrenador del Girona, dialoga con tanta inteligencia que no parece proceder del mundo del fútbol. La entrevista de Angels Barceló plasma a un individuo sereno y con amplitud de miras algo que lamentablemente escasea en los terrenos de juego. Michel es madrileño pero se integró del mejor modo en el club catalán. «Me he intentado impregnar de la cultura catalana porque he de concocer a las personas que me van a estar apoyando porque si no no vamos a conseguir esa comunión que se precisa para que las cosas salgan bien». Michel aprendió a hablar catalán porque entiende que para conocer a la gente nativa de un lugar ha de integrarse en todos los sentidos y qué mejor que dialogar en el idioma del lugar «No quiero jugadores que sólo juegan un par de horas y luego se van a casa y no les importa nada el entorno donde están. Está claro que no les va a hacer mejores futbolistas pero sí se van a sentir mejor». Tampoco es que Vinicius diga nada que extrañe en sus últimas declaraciones aludiendo a que España es un país racista. Por supuesto que lo es como todos los demás países europeos. Puede que menos que hace un tiempo y puede que dentro de unos años todavía los seamos menos, pero es indudable que, pese a esa reducción, siguen entre nosotros esos micro o macro machismos y se ha de pelear todavía más en ese sentido. Ahora bien, cambiar el lugar del mundial porque al nene bonito le venga en gracia ganar una serie de titulares no parece el mejor modo de granjearse las simpatías de los aficionados. Esto a él le importa un comino, busca notoriedad a través de su excelente buen juego y a su constantes provocaciones y burlas. Vinicius oculta bajo el lema del racismo todo su rencor y prepotencia, haciéndonos ver que es una víctima más. Pero es una víctima que desea ser víctima para que su constante provocación a las aficiones, defensas y quien sea, sea «justificada».