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El año 2026 está a la vuelta de la esquina como quien dice e igual este asunto, el del cambio horario, tiene los años contados. Quién sabe si esta nueva Comisión Europea que echa a andar llegará a tomar una decisión sobre si hay que seguir cambiando la hora dos veces cada año. Una hora adelante, una hora atrás según inauguremos el horario de verano o el de invierno. Llegará en nada el último fin de semana de octubre y cuando los relojes marquen las tres de la madrugada volverán a ser las dos. El dictador Maduro, el de Venezuela, ha decidido no adelantar una hora, que podría ser la de su renuncia, pero sí ha adelantado las Navidades, que es una manera como otra cualquiera de mover el tiempo. En Venezuela, las Navidades empezarán antes. Asomarse a la realidad empieza a ser peligroso y desconcertante porque está llena de decisiones, propuestas y declaraciones absurdas. Se puede mirar a Venezuela pero no solo. También están ahí las elecciones presidenciales de los Estados Unidos con un Trump loco y mentiroso que ahora habla de gatos, perros e inmigrantes y que tanto da que diga que los inmigrantes se comen a los perros y gatos como que los perros y gatos comen inmigrantes. Las dos afirmaciones en su boca serían posibles, lo que, en su caso, viene a significar lo mismo: que son falsas. Trump se mueve en la mentira, ya sea en el horario europeo de invierno como en el del verano. Hay que atrasar los relojes y eso significa que este es el artículo sobre el cambio horario. Dos veces al año hay que volver a lo mismo, al menos hasta que la Comisión de Ursula von der Leyen se decida. Una decisión que se espera para 2026. Aunque, quién sabe. Igual con tanto ir y venir, el tiempo se queda estancado y este artículo no se acaba nunca. Adelanto a septiembre el que recuerda que, en octubre, habrá que retrasar los relojes una hora.