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Hace casi mil años, allá por el siglo XII y quizá inspirados por el olor a lavanda de los campos de la zona, los trovadores provenzales inventaron el amor romántico en lengua occitana (Langue d’Oc, muy parecida al catalán), también llamado amor cortés, cuyo requisito principal era intentar seducir a la dama a fin de que consintiera o no consintiera, algo tan revolucionario entonces que a nadie se le había ocurrido nunca. Este amor romántico melodioso, pese a sus más y sus menos, tuvo bastante éxito histórico y duró casi un milenio, aunque claro, fue un éxito más teórico que práctico. Es decir, literatura. Hasta que en el siglo XXI y con los movimientos feministas cargados de razón, empezó a ser atacado, denigrado, rechazado y convertido en símbolo nefasto de la ideología heteropatriarcal, de modo que no pasaba día sin que apareciesen, incluso en prensa, diatribas incitando a acabar de una vez con ese amor culpable de todos los males. Lo entiendo, eh, lo entiendo perfectamente, y además mil años son ya muchos años. Pero el caso es que no he conseguido enterarme, ni he oído a nadie explicar, cuál es entonces la alternativa. Porque las numerosas variantes de amor, ya muy experimentadas, son mucho peores. El amor bíblico, el capitalista, el materialista, el platónico, el costumbrista, el nihilista, el kantiano, el kafkiano, el abstracto hoy en boga, el sostenible, el efímero, el de compromiso, el de la salud mental, el de salir del paso… Un desastre de amores, que ni con suerte llegan a amorío. Vergüenza dan. Y ya no digamos los amores realistas, sea realismo mágico o sucio, que no hay quién los aguante. El amor existencialista, y el impresionista, están bastante bien, pero no duran nada y exigen un talante francés para que funcionen, por lo que no son de utilidad general. Para los amores modernistas te tiene que gustar Gaudí, o Rubén Darío, unos sujetos que ahuyentan a las personas sensatas, por lo que no los recomiendo. En cuanto al racionalismo y el positivismo, marxistas o no, en cuestión de amores no sirven para nada. No hay amores ontológicos. Posmodernos sí, pero de muy baja calidad. En fin, a ver si alguien me explica de una vez cual es la alternativa.