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Casualmente me encontré con un reportaje impresionante en televisión, que exponía la profunda garganta de erosión producida por el río Colorado de EEUU. Sus paredes muestran estratos que el río del Gran Cañón ha ido socavando desde hace más de un millón de años. Espontáneamente se me ocurrió aquella expresión de los sabios latinos: ¿Quis est tam vecors…? ¿Quién es tan insensato y torpe que al contemplar las maravillas de la tierra y del cielo estrellado no comprenda que hay un Dios creador de todo el universo?... El papa Francisco dijo en una ocasión: «En la predicación, siempre se ha de hacer constancia de una idea, de un sentimiento y de una imagen». Cuando contemplaba aquellas imágenes de montañas escarpadas y peñascos resquebrajados por el tiempo, ideas y sentimientos inundaban mi alma en sintonía con tantos salmos de la Biblia… Ramon Llull expresa en el Llibre d’Amic i Amat, 56: «Demanaren a l’Amic: quin és el teu mestre? Respongué: les significances que les criatures donen del meu Amat...» La contemplación es volver a la naturaleza con atención profunda, y descubrir las huellas del Creador. Todo esto es signo de madurez espiritual.