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Dicen que el 60 % de los mayores de 65 años vivirá 20 años más y el 13 % más de 30. En esto ganan las mujeres porque se afirma que un 20 por ciento de ellas vivirá más de 95 años. Pero la edad de jubilación supone todavía una época crítica en la que se pueden manifestar enfermedades, tal vez por el cambio brusco de la actividad laboral a la inactividad. Para evitarlo juegan un papel importante los hobbies: la lectura, el aprendizaje de idiomas, los cursos para adultos de pintura, música, etc. Mantenerse ocupado y usar el cerebro. No perder la ilusión. Planificar nuevas actividades, prever que la vida puede ser larga, cuidarse para que no tengan que cuidarte, combatir la soledad. Con los años, uno pierde amigos, se mueren, es ley de vida. Hay que conocer gente nueva, no dejar entrar al viejo, como suele decir Clint Eastwood; vivir muchas vidas gracias a la lectura, como dijo Umberto Eco, enfrentarse siempre a nuevos retos. Además, uno debería prevenir los costes de la longevidad, que no son sólo económicos, sino de forma física, positivismo sicológico, arrojo intelectual y ganas de vivir, porque nunca seremos tan jóvenes como ahora. Y los políticos deberían incentivar el apoyo a la nueva realidad y en ningún caso me refiero a prolongar la edad de jubilación ni a lo que dijo cierto dirigente esperpéntico cuando le preguntaron qué había hecho para los ancianos. Dijo: «No os quejéis que he ampliado el cementerio». La esperanza de vida se ha prolongado, pero la existencia sigue siendo algo imprevisible, siguen muriendo personas jóvenes a las que no podremos sustituir, amigos inolvidables que nos apoyaron siempre en el trabajo, que siempre estaban de buen humor y nos ayudaron en los tragos amargos de la vida, que compartieron nuestras andanzas de juventud y más que bajo una losa yacen en el fondo de nuestros corazones. Todos tenemos nuestros pequeños grandes hombres que han desaparecido, algunos en edades tempranas, hermanos, hermanas, padres todavía cargados de vida, madres a las que hay quienes ni siquiera logran recordar… ¿Por dónde se nos fue la vida?