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Bueno, al final, el saltimbanqui Sánchez va a tener a su adorada señora Ribera de vicepresidenta primera de la Comisión Europea. Ha sido a costa de romper el cordón sanitario que él mismo estableció para aislar a la extrema derecha. El cordón ya no es cordón, acaso una leve cinta rosa como la que las muchachas cursis se colocaban tiempo ha en el pelo. Casi todo el mundo admite que don Pedro tiene el rostro de cemento armado, pero creo que ahora lo ha cambiado por uno de diamante, que es la superficie más dura del mundo. El presidente del Gobierno no solo ha pasado por encima de su discurso –a la extrema derecha, ni agua– sino que ha dejado en muy mal lugar a su tropa de manumitos regionales que tanto criticaron los pactos autonómicos del PP con Vox tras las elecciones municipales y autonómicas de 2023.

¿Que no conocen la historia? Si es muy fácil de contar. Los populares españoles estuvieron a punto de convencer a sus colegas europeos del PPE para que vetaran la candidatura de la señora Ribera, quien, dicho sea de paso, se ha ganado a pulso el odio del sector primario español en los seis años y medio que lleva de ministra de Transición Ecológica. Don Pedro, que no para un momento en Moncloa, tuvo que maniobrar este turbio asunto desde Brasil. ¿Y qué hizo? Pues levantar el veto del Gobierno a los comisarios europeos propuestos por la señora Meloni y el señor Orban, hasta ese día auténticas bestias negras de la extrema derecha internacional y conspiranoica y bla, bla, bla. Fue un cambio de cromos a nivel europeo –en Bruselas todo parece más puro, santo y salvo– y ya tenemos a Ribera entronizada y a Núñez Feijóo en fuera de juego. Y no pasa nada, no señor. Los comisarios italiano y húngaro ya no son peligrosos fascistas: los mandaron a un cursillo intensivo de pensamiento woke, donde rezaron brazos en cruz ante una foto de Kamala Harris y salieron cantando el De colores.

Solo falta esperar a ver qué pasa en los parlamentos regionales –empezando por el nuestro– cuando socialistas en la oposición clamen contra los acuerdos PP-Vox a propósito –el tema está ahí, esos días– de la aprobación de los Presupuestos autonómicos. Habrá que ver y escuchar a algún minúsculo orate –talla política– clamando con voz de jilguero contra los acuerdos y componendas entre el PP y Vox. Será como escuchar al capitán Renault: «Qué horror, he descubierto que aquí se juega».