Ahora que Estados Unidos ha elegido de manera impecable y arrolladora a un presidente fuerte, poco estimado en Europa y él con pocas ganas de mirar hacia Europa, quizá ha llegado el momento de que los europeos nos planteemos un cambio en profundidad sobre lo que tiene que ser nuestra Unión Europea.
Trump con sus prioridades nos obliga a mirar hacia dentro para hacer de la UE un actor privilegiado en la escena internacional. La Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) creó en 1951 unas instituciones y unos mecanismos de decisión apropiados para una Comunidad homogénea política y culturalmente, de solo 6 miembros.
Si la CECA o la CEE hubiesen nacido ya con 15 o más miembros, ese proyecto europeo no hubiese tenido probablemente el éxito que ha conocido a lo largo de 73 años. Solo con que el Reino Unido hubiese sido fundador en vez de ingresar en 1973 el ritmo integrador hubiese sido muy diferente.
La UE ha cumplido con dos objetivos fundamentales: garantizar el progreso económico de un continente devastado física y moralmente después de la II Guerra Mundial y construir un espacio de paz a través de la democracia y el socialcapitalismo.
Pero siempre teníamos al amigo americano que guardaba nuestras espaldas bien directamente o a través de la OTAN. Aunque la UE se planteó en numerosas ocasiones un sistema autónomo de defensa, como fue la UEO, nunca lo logró.
Ahora el escenario mundial ha cambiado radicalmente. El centro del mundo no es Europa y China reclama un papel acorde con su potencial económico, la Rusia de Putin quiere también ser actor privilegiado y Trump va a ir a su bola que, me temo, no es la nuestra.
La UE tiene que plantearse el debate de la «Europa del poder». Hasta ahora la UE ha sido diseñada para preservar la paz a través del crecimiento económico y de influir en la política internacional a través de su capacidad de gestión y de su elevado presupuesto para acciones de ayuda al desarrollo, lucha contra el cambio climático, etc.
Habrá que hacer caso a Jacques Delors y establecer un gobierno económico. Ha llegado el momento de dejar de pensar en términos nacionales y nacionalistas para hacer de la UE un actor con poder y no solo influencia. Actor respetado y temido en la escena mundial. Estoy convencido (pero es indemostrable) de que si la UE hubiese tenido un verdadero ejército europeo y una eficaz capacidad de defensa, Putin no se hubiese atrevido a invadir Ucrania.
Quizá para ello habrá que estudiar si creamos dos niveles distintos de membresía en la UE. Los que creen en la integración de la UE y los que no creen y solo se aprovechan. Nada nuevo.
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