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Este viejo latinajo, in extremis, está cobrando actualidad, digamos que casi está de moda. Lo usan mucho los periodistas y cronistas deportivos, aunque no para referirse a sujetos extremistas, también muy abundantes en el presente, sino al último minuto, a decidir algo ya en las últimas, que es lo que significa in extremis. En las últimas. Así saca el Gobierno casi todas sus leyes, y así se llegó a un acuerdo la madrugada del domingo en la cumbre del clima de Bakú, llamada COP29 porque ya llevamos 29 cumbres climáticas, todas in extremis. También son cada vez más comunes las canastas y goles in extremis, en el último segundo o en la prórroga, que es el colmo del extremismo. En este caso podría ser un lance del juego, pero en política el recurso a la solución in extremis tras agónicas negociaciones suele ser estrategia. Algo que ya todos sabemos desde el principio que ocurrirá, como cuando Reggie Miller, escolta de los Indiana Pacers que se había pasado la temporada dormitando, metía en las eliminatorias de play off triples decisivos in extremis. Quizá para hacerse valer, o quizá porque sólo sabía jugar bien in extremis. Más probable lo primero en el caso de los políticos, que siempre buscan hacerse los interesantes, y están convencidos de que si algo se resuelve rápido y con facilidad, o no era importante o está mal resuelto. O peor aún: no se valorará su esfuerzo, ni podrán sacar pecho diciendo que ellos no se rinden jamás. Claro que también los malos estudiantes estudian sólo in extremis, numerosos escritores son incapaces de escribir un párrafo si no es in extremis, y hay gente que ya de por sí vive en situación extrema. En cuyo caso es normal que todo lo hagan in extremis, como por ejemplo pagar el alquiler, divorciarse o portarse bien. Como además parece que tenemos una fe extraordinaria en el fenómeno in extremis («Eso ya lo arreglaremos in extremis»), como prueban las 29 cumbres climáticas y nuestro Gobierno siempre in extremis, es probable que, si no dicen otra cosa los sociólogos, estemos ya en una cultura in extremis. Yo lo tendría crudo, pues lo que no hago de inmediato no lo hago nunca. No me vale la pena. Igual soy un in extremis del revés.