TW
0

A pesar de todo, los aplausos enfervorizados enrojecen sus manos. El congreso socialista de Sevilla consuma la demolición del partido como se ha conocido históricamente y consagra el sanchismo como secta: una comunidad al frente de la que un líder ejerce un poder carismático sobre sus adeptos (Diccionario de la Real Academia Española). En los próximos meses, la organización balear de la facción, también podrá convocar su congreso, aunque hoy el interrogante de los delegados insulares en la ciudad andaluza es la identidad de cuál o cuáles de ellos formarán parte de la nueva dirección del partido. En realidad carece de importancia, su única función será mostrar la debida devoción al caudillo, en una competición soterrada con los demás integrantes de la ejecutiva por emular al José Luis López Vázquez de la película Atraco a las tres (1962): un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo.

La balsa de aceite que es el partido sanchista en Balears garantiza a Francina Armengol su elección como máxima dirigente de la organización territorial en el próximo congreso regional. Ni siquiera el hecho de haber llevado a su partido a la derrota en las elecciones autonómicas ha merecido la más mínima crítica interna. Ahí coincide con Pedro Sánchez, aunque éste al menos pudo comprar los votos necesarios para formar gobierno y así enmascarar la pérdida electoral. La presidencia del Parlamento nacional convierte a Armengol en colaboradora necesaria de Sánchez para ningunear a la cámara legislativa, pero al tiempo la obliga a ejercer de opositora al Govern de Marga Prohens solo en sus ratos libres. Así es como cierra el paso a cualquier posible movimiento interno de renovación que pudiera surgir –impensable por ahora– y mantiene el actual estado de cosas, que ya le debe ir bien al PP en tanto en cuanto desdibuja las capacidades de los sanchistas como alternativa.

El partido de Sánchez ha llegado a su congreso severamente zarandeado y afectado en su línea de flotación, sin que el líder, sin embargo, deba preocuparse por tener que dar explicaciones por un asunto de la gravedad de la imputación del fiscal general del Estado (el dirigente madrileño, Juan Lobato, ha sido purgado/dimitido por falta de entusiasmo con el discurso oficial); ni por las dificultades judiciales de su hermano o de quien fuera su mano derecha, José Luis Ábalos, ni por la trama Koldo, o por las acusaciones del comisionista Víctor de Aldama, relacionado también con los negocios privados de su mujer, que tampoco merecen comentario; ningún delegado valenciano se atreverá a pedir razones por la tardanza de la intervención estatal en el desastre de Valencia: la culpa de todo seguirá siendo de Mazón, respecto de quien, dicho sea de paso, la tibieza de Feijóo asimismo transluce caracteres de secta.

Sánchez ha anticipado en Barcelona, ante los delegados del sindicato UGT, por donde discurrirá su discurso de aceptación de la secretaria general: tres años en el gobierno, y los que vengan después. Se ha callado la necesaria acotación de mientras sus socios lo sostengan, aunque no hay dudas de que va a seguir siendo así. Nunca tendrán los secesionistas y la extrema izquierda un presidente tan predispuesto a ser chantajeado. Todo por el poder.