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El título puede parecer lacónico para una realidad fascinante, pero los adjetivos de adorno pueden resultar insuficientes para describir esta magna obra. Recuerdo una de las enseñanzas de Ben Ami Scharfstein: «Detrás de las razones para un proyecto es imprescindible la persuasión». Hace cincuenta años, dos grandes personas compartían la inquietud a partir de una poderosísima razón. El padre de un discapacitado intelectual, llamado J. Abrines, compartía la necesidad de un espacio educativo para las personas con necesidades especiales. Recibía la confidencia Andreu Llabrés Feliu, entonces adscrito a la parroquia de Lloseta. No conocí al primero. Andreu era de Llubí y me concedió conversaciones en mi época de adolescente inquieto. Era inteligente, intuitivo y emprendedor como correspondía a su saga. Decidieron iniciar un proyecto con el resultado que hoy conocemos. Se les unió sor Aina, una mujer fascinante, perseverante de fe. Era una trinidad que hacía presumir que aquel anhelo sería una realidad. No voy a abundar en la historia, Jaume Jaume Mayol lo ilustra de manera brillante en el libro sobre su historia. El proyecto fue seguido con los inconvenientes habituales, financieros, administrativos…

Recuerdo una reunión en Inca a la que asistí como responsable de la Coordinadora de Mv. La presidía Joan Gual. Me quedé encantado y tranquilo, aquello no podía fallar. Era un hombre brillante, ponderado y con una capacidad empática que sólo tienen los elegidos. El tándem con sor Aina era garantía de éxito. Asistía un hombre al que intuí un futuro brillante, entonces era un aspirante a la alcaldía de Inca, allí estaba en calidad de simpatizante del entonces denominado Patronato, era Pere Rotger. Su ascensión debido a su trabajo y entusiasmo lo llevaron a la Alcaldía y desde allí colaboró de forma imprescindible para un proyecto necesario para la consolidación del proyecto, Sa Creu.
La semana pasada celebraron con éxito el 50 aniversario. Los que encendieron este proyecto ya no están, pero desde donde descansan la paz eterna debieron emocionarse con aquel océano de emociones y alegría. Pere Rotger ha aportado en el último tramo como presidente, estabilidad, rigor, gestión y han iniciado nuevos programas. El altruismo es un don de los dioses; profesionales, voluntarios, directivos, PADRES de usuarios, en letras mayúsculas unidos para consolidar la respuesta a una necesidad de la comarca. Inca ha sido generosa, empresarios benefactores desde el anonimato han ayudado a esta realidad estable e incombustible. No encuentro palabras para agradecer lo que vi en mi reciente visita a la fundación. El presidente y Pere Aguiló, un gerente modélico, me entusiasmaron con su plan estratégico. Hay futuro garantizado. Gracias por existir.