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Lee uno los periódicos de cada día y da la impresión de que la política se hace en los tribunales: que si Lobato, que si Aldama, que si el hermano y la mujer de Pedro Sánchez… y todo por ahí; eso por no hablar de los demás medios de comunicación y los íncubos y súcubos digitales, capaces de transmutar lo político en lo banal. Es la estrategia de la zancadilla tras zancadilla bajo el principio de mear fuera de tiesto, a ver si se seca la maceta del maldito y diabólico gobierno de coalición, que de eso se trata. Dada la cantidad de jueces que aún quedan adictos al régimen del 39, en el PP deben tener por lema aquella famosa frase de El arte de la guerra, del renombrado Sun Tzu: las ruedas de la justicia giran lentamente pero giran bien. No se trata de continuar la política por otros medios, sino de hacerla con otros medios. Y aún hay quien no se entera de que estamos viviendo un intento de golpe de Estado encubierto.

Dado que no dan una en el Congreso, donde a trancas y a barrancas las cosas van saliendo, tal la reforma fiscal, se intenta llevar la política a otras partes. Lo de la DANA, por ejemplo, que acabó con el ridículo de Feijóo en la Comisión Europea. O el espectáculo que han montado en el Senado, donde desde el lunes próximo veremos sentada, entre otros muchos y a mayor vergüenza de nuestra propia Constitución, a Lucy Akello, diputada ugandesa y acérrima defensora de la pena de muerte para los homosexuales y, de paso, para todo aquél que se cobije bajo las siglas LGTBI.