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El fantasma de Sigmund Freud campó a sus anchas por las salas del Parlament balear. El amargo lapsus de Marga Duran, portavoz adjunta del PP, empujando a su tropa a la aprobación de más de treinta enmiendas de Vox contra el catalán y contra la preservación del territorio ha dejado pasmado al Archipiélago.

El espíritu y la letra del Estatut, y cuatro décadas de autogobierno, fueron pisoteados porque Marga tuvo un lapsus. Dirigentes del PP aseguraron que el error sería corregido vía decreto ley y se lamentaron de la malicia de Vox, que impidió repetir la votación.

Habrá que ver si será tan fácil rectificación porque como se metan en el cotarro la derecha mediática madrileña y su órbita de pseudomedios ultraespañolistas, aquí se puede armar la marimorena. El decreto ley rectificatorio del Govern ha de ser ratificado por el Parlament. Pero mientras, lo que entenderán los madriles es que, con lapsus o sin lapsus, el PP Balear le ha propinado un hachazo descomunal al uso del catalán. Tal vez empiecen las presiones para que Marga Prohens ‘matice’ esta marcha atrás. Hace tiempo que en el Manzanares vienen soñado con largarle algún mazazo a la lengua de Ramon Llull. Ahora pueden lanzarse al ruedo.

El lapsus de Duran toca de lleno el pensamiento de Freud, que concedía gran importancia a los olvidos y las torpezas inexplicables. ¿Se le encabritó el subconsciente a Marga? ¿La forzó su yo más hondo a someterse ante Vox? Ambos partidos comparten los mismos orígenes provenientes del lejano franquismo sociológico. ¿Qué diría Freud de eso?

O quizás, por el contrario, ¿andaba la portavoz popular distraída por traumas psicológicos mucho más recientes, como el síndrome de El Ventorro, restaurante en el cual el presidente valenciano Carlos Mazón perdió la cabeza y el sentido común? Alguna causa recóndita debe contener la explicación del lapsus. Freud tiene la respuesta.