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Apuramos los últimos días de 2024 y entre comida y comida, y alguna que otra resaca, llega el momento de hacer balance. Este ejercicio ha sido tan ajetreado que me costaría decir cuál ha sido la noticia del año. No obstante, creo que hay bastante consenso a la hora de asegurar que una de las más impactantes ha sido la DANA que arrasó Valencia y se cobró la vida de más de 200 personas. Para los afectados, especialmente, pero creo que para todos, en general, esto ha marcado un punto de inflexión, que ha puesto de manifiesto las duras consecuencias del cambio climático.

En mi opinión, 2024 también ha marcado un antes y un después en materia de turismo. Por primera vez se ha dicho basta a la masificación; desde el propio sector se ha asumido que esta situación no es sostenible y a nivel político se han comenzado a adoptar medidas.

El año que dejamos atrás también ha consolidado el problema de la vivienda como uno de los más graves que sufre Balears. Cada vez hay más ciudadanos que no pueden desarrollar su proyecto de vida, debido a la imposibilidad de no poder acceder a un hogar. Personas de clase media, que nunca se habían imaginado en esta tesitura, ahora la padecen.

El año 2024 también ha consolidado el divorcio entre la clase política y la ciudadanía. Los temas que abordan los primeros, cada vez interesan menos a los segundos. El ‘y tú más’ está a la orden del día en las diferentes instituciones públicas, mientras la población lucha para llegar a fin de mes porque el nivel de vida cada vez es más elevado.

Lamentablemente, todos estos asuntos seguirán sobre la mesa en 2025 y mucho me temo que tampoco se solucionarán. Ojalá me equivoque y al menos se adopten las medidas para pertinentes que permitan comenzar a paliarlos y, en un futuro próximo, solventarlos.