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Aquella era su última luna. La noche del 28 de octubre de 1936, tres hombres estaban sentenciados a morir clandestinamente en la Plaça des Born de Ciutadella. Allí, al abrigo de la oscuridad, sus captores decidieron darles el tiro de gracia solo por ser derechistas. De repente, uno se abalanzó sobre los verdugos. El otro también comenzó a golpearles. Ambos fueron acribillados y cayeron al suelo. El tercero salió corriendo. Lo persiguieron, pero ya era tarde. La noche lo protegió y consiguió esconderse en una finca de las afueras. Había sobrevivido de milagro a una ejecución.

Aquel fugado se llamaba Antonio Batione Vives y era un pintor muy conocido en Menorca. Tenía un talento especial para retratar barcos y paisajes marítimos. Incluso había expuesto sus trabajos en Barcelona. Cuando comenzó la guerra, tenía 42 años, estaba casado y era director de Correos en Ciutadella. Era una persona muy conservadora y católica. En 1928 donó dos pesetas para un homenaje al dictador Miguel Primo de Rivera. Por eso, cuando la isla quedó bajo control republicano, fue inmediatamente encarcelado junto a otros conocidos derechistas.

Como explica el historiador Juan Negreira, su sentencia de muerte llegó, como tantas otras de la guerra, por la arbitrariedad de unos incontrolados. Una mañana les bombardeó la aviación fascista y, aunque no hubo víctimas, algunos decidieron pagarlo con los presos. Por la tarde asesinaron en las afueras de Ciutadella al joven noble Luis de Salort de Olives, de solo 17 años. Unas horas después, agarraron a tres más. Como se les enfrentaron, solo pudieron acabar con dos: José Marqués Cursach, que estaba casado, era socio del Círculo Católico y había sido caixer menestral de las fiestas de Sant Joan, y Antonio Vivó Carrió, propietario emparentado con la nobleza.

El militar Carlos Guerrero lo relató así en su diario: «El asesinato de la noche fue horrible. Desde el cuartel oyeron los tiros y gritos. Los sacaron a los tres de la cárcel que está en la misma plaza y allá Batione logró escapar. Nadie sabe dónde está. Los otros dos lucharon con los ocho o diez milicianos. A uno de ellos lo dejaron muy mal parado, pero al final sucumbieron. Sus cadáveres aparecieron por la mañana acribillados a disparos».

El fugado permaneció escondido el tiempo suficiente para que cesaran las matanzas. En diciembre de 1936, el nuevo comandante militar, José Brandaris, puso orden en Menorca y algunos hasta entonces perseguidos pudieron volver a su vida normal. Parece increíble, pero en 1937 Batione trabajaba otra vez en Correos. Incluso el diario Justicia Social publicó su nombre porque había encontrado en la calle un sobre con 1.115 pesetas y lo había devuelto a su dueño. Brandaris celebró públicamente su gesto. Batione sobrevivió a la guerra, siguió pintando sus paisajes y murió en 1969 en Barcelona.

La dictadura fusilaría en 1939 a tres supuestos autores de aquellos crímenes de Ciutadella: Pablo Monserrat Martínez, vendedor de 46 años; Matías Barceló Anglada, carnicero de 43, y Francisco Caules Nadal, pescador de 32. Todos negaron los cargos.