No es fácil tener lectores y de los buenos más difícil todavía. No vamos sobrados, en los tiempos que corren, de personas interesadas e interesantes. No es fácil, querido. Uno no siempre sabe qué decir y, casi siempre, podemos defender una cosa y la contraria. Resulta tremendamente complicado ser honesto y leal con uno mismo. La vida no es sencilla. Reconforta tener lectores buenos que no buenos lectores.
Porque sabe usted que no es lo mismo ser un buen hombre que un hombre bueno. Él era, en el buen sentido de la palabra, bueno. Tan bueno era que lo llevaba en su nombre por parte de madre. Un gran lector, capaz de tolerar cualquier opinión por opuesta que fuera a la suya. Discreto, con un agudo sentido del humor. Humilde. De mirada amable y de pocos gestos. Un genio, de apodo Genito, muy querido y luchador. Hay lectores que cuando faltan te dejan huérfano. No hay escritor sin lector, no hay mejora sin crítica, no hay evolución sin apoyo.
Saber estar es una virtud que se aprecia como una ligera y suave brisa. Esa que te llena de aire y oxigena la mente y el corazón. Mi mejor lector sabia más de lo que creía. La generosidad no está bien valorada, pero nos llena el alma sin casi darnos cuenta. Mi mejor lector se ha ido y quería compartirlo con usted que siempre me soporta. Mi mejor lector merece una gran despedida. Mi mejor lector era mi padre.
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