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Por qué será que tenemos la mala costumbre de querer comer algunas veces al día? Los más privilegiados lo hacemos, al menos, tres veces al día. Cuando comemos tampoco nos acordamos que necesitamos de nuestro sector agrícola para meternos deliciosos bocados entre pecho y espalda. Cada bocado requiere de productores de la materia prima así como de las cuestionadas cadenas de distribución necesarias por un lado para hacer llegar la materia prima del productor, y perniciosas por el otro cuando se llevan una excesiva tajada del precio que terminamos pagando los consumidores, previo pase por la siempre presente caja del erario público que nos recuerda que los impuestos son necesarios porque con ellos se justifican, hipócritamente, el sostenimiento de la sanidad y la educación públicas cuando sólo suponen un 12 % del gasto público.

El sector agrícola, al menos el nuestro, el de cercanía, el del mediático kilómetro cero, está sufriendo la asfixiante presión burocrática que todo buen estado de derecho occidental está infringiendo. El abanico de regulaciones, papeleo, justificaciones, controles, y naturalmente impuestos, es tan amplio y absurdo, que ante nuestros agricultores actuales sólo podemos darles ánimos para que no nos abandonen y tengamos que terminar importando el cien por cien de los productos que consumimos. Y como colofón final, no hay que olvidar que los productos locales deben cumplir con un nivel de reglamentación europea tan exigente que les impide competir frente a productos importados de otros ámbitos geográficos a quiénes no se les exigen los mismos estándares.

¿Y qué ocurriría con el espacio rural que hoy día se cultiva o se usa para fines agrarios en caso de un abandonamiento masivo de nuestros payeses? Dos opciones lógicas: parcelas abandonadas, o tierras inactivas para favorecer la construcción de más chalets y vivienda en el espacio rural. El estudio de Homo Turisticus sobre la visión de los residentes de Mallorca indica que un clamoroso 90,01 % de los encuestados prefieren que el campo sea más productivo; un 91,63 % prefieren más actividad en el ámbito rural en términos de innovación, industria agroalimentaria, o que simplemente se cultive más; y un 96,18 % quieren que Mallorca genere más producto local.

La contundencia en la respuesta de los residentes de Mallorca da un tremendo espaldarazo para que el espacio rural sea un motor de producción y desarrollo. Los estudios de la conselleria d’Agricultura apoyan estos datos desde el momento que los consumidores valoran cada vez más el origen de los alimentos y la calidad de los productos. Sin embargo, a nivel turístico se ha tenido que recurrir a imponer por normativa que los establecimientos turísticos tengan que ofertar un porcentaje mínimo de producto local. Y uno se pregunta: ¿Más intervencionismo frente a la falta de sensibilidad del sector? ¿Y qué ocurre con la oferta gastronómica de los establecimientos de hostelería «no turística»? ¿Sólo hay que exigir al sector turístico?

Para el sector turístico hay obvias barreras ligadas a la intensidad temporal de la actividad: capacidad de producción, almacenaje, tipología de producto demandado, y sobre todo precio. Al menos acorde al modelo actual de oferta gastronómica en los establecimientos turísticos. El mes pasado se realizó una jornada de producto local y turismo. Por un lado hay que celebrar su realización, pero por otro lado no es un indicador de excelencia que este tipo de encuentro haya tenido que esperar su primera edición hasta ahora, especialmente en un modelo turístico tan ‘avanzado’ y maduro como el de Mallorca.

Llegados a este punto, algunas incómodas preguntas aparecen: ¿Ha habido capacidad (¿voluntad?) en todos los años que nos preceden de superar las barreras comentadas? ¿Por qué los establecimientos de Sóller sí han sido capaces de superar las barreras y lideran la oferta de producto local triplicando la oferta habitual impuesta por ley? ¿Por qué la administración con una mano acaricia al sector agrícola y con la otra lo estrangula? ¿En qué cabeza cabe que un alimento producido aquí, en Mallorca, deba cumplir determinados estándares de calidad y sanidad, y sin embargo el mismo producto importado fuera de la UE no deba cumplirlos?

A ver si nos aclaramos. La población local apoya sin titubeo la producción local. El consumo de producto local es una tendencia al alza tanto para locales como para turistas. Los productores locales están por la labor de encajar en los modelos de demanda. La administración promociona el producto local. Entonces, si el viento es favorable deberían venir buenos tiempos para nuestros agricultores. Sin embargo, según la conselleria, las hectáreas de superficie inactiva y abandonada siguen aumentando. Idò!