Durante los tres últimos años han llevado a cabo los estudios morfológicos en dos llocs de Ciutadella, Rafal Vell y Binisuri, para definir esta especie local y diferenciarla del porc negre de Mallorca. Una iniciativa apasionada en la que han participado payeses de otras fincas agrícola-ganaderas menorquinas como Son Gall, Torralbet y Son Roseta.
El resultado es excelente cuando el porc negre de Menorca se hallaba al borde de la extinción al haber sido reemplazado paulatinamente, a partir de los años 60, por el porc faixat. El proceso de recuperación, que se inició con seis verros y catorce truges ha culminado con una cabaña extensa, formada hoy por más setenta ejemplares, en la que se ha tenido en cuenta el impacto de la consanguinidad.
«El porc negre de Menorca es mucho más que una raza porcina, representa un patrimonio vivo de la historia y la cultura de la Isla», proclaman, con tanto orgullo como convencimiento, Bertranpetit y Surinyach. Añaden que «su preservación no sólo asegura la continuidad de una raza única, sino que también contribuye al mantenimiento de la biodiversidad genética, la sostenibilidad ambiental y la economía rural de Menorca».
Corresponde ahora al Consell de Menorca liderar las gestiones para obtener el reconocimiento como raza autóctona, singular e identificada, tras los estudios realizados.
Concluyen que el porc negre de Menorca posee un perfil genético único, claramente diferenciado de otras razas mediterráneas, como el porc negre mallorquín. Todo ello confirma su singularidad y justifica que sea protegido para evitar la hibridación con otras razas. Eficaz trabajo de estos dos luchadores.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.