Manuel Aguilera
Manuel Aguilera

Periodista y Doctor en historia

Las últimas palabras del miliciano ciclista

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El teniente coronel García Ruiz mandó pasar a los prisioneros uno a uno. «Nos llevará toda la noche, pero es necesario interrogarlos a todos», avisó. Jamás pensaría que estaba creando la única prueba que permitiría identificarlos en el futuro. Unos 40 milicianos antifascistas fueron pasando para dejar testimonio de su fatídico final. Dieron su nombre, su lugar de nacimiento, su afiliación política y las razones por las que se apuntaron a la expedición del capitán Bayo para liberar Mallorca del fascismo. Todavía no sabían que a la mañana siguiente serían fusilados y borrados de la historia. Hasta ahora solo teníamos su foto de grupo. Conocíamos sus caras pero no sus nombres. Hace poco encontré algunos interrogatorios.

Uno de ellos se llamaba Juan Espuñas Llobet, tenía solo 23 años y era de Manresa (Barcelona). Trabajaba de albañil y estaba afiliado a la UGT. Su pasión era el ciclismo. Llevaba varios años participando en competiciones como el Campeonato de Manresa o la Volta Ciclista a Catalunya, con un recorrido de 174 kilómetros. En 1932 corrió el Circuito del Penedés y fue sancionado un mes sin licencia «por haber sido sorprendido remolcándose durante la carrera». Cuando comenzó la guerra, se apuntó en las milicias antifascistas, en concreto en la columna del comandante Zapatero cuyo destino era Mallorca. Combatió en las calles de Porto Cristo y un contraataque enemigo le obligó a refugiarse en un bar llamado Can Noi de primera línea del paseo junto a 40 compañeros. Allí resistieron tenazmente un asedio enemigo hasta rendirse el 1 de septiembre. Lo primero que hicieron fue pasearlos por Manacor como si fueran trofeos.

Radio Mallorca relató así su desfile: «Pálidos, barbudos sin peinar, con ojeras de miedo y de insomnio, eran una visión del mal sueño. Entre ellos había adolescentes casi y hombres jóvenes y maduros, rabassaires, labriegos y pastores de masía, obreros de taller urbano y chulos del distrito quinto de Barcelona. (...) Vinieron engañados, cohibidos por el hambre o las pistolas. Les ofrecieron diez pesetas de soldada, que ninguno ha cobrado».

El interrogatorio a Juan Espuñas dice literalmente lo siguiente: «De Manresa. Vinieron con él unos 32 a bordo del Ciudad de... No recuerda el nombre. Llegaron el sábado 22. En sus declaraciones coincide con el anterior en lo de la pared [se refiere al Parapeto de la Muerte, la primera línea de defensa republicana]. Desembarcaron unos 1.500 hombres en su campamento de Porto Cristo. Disponían de cuatro cañones y dos morteros. Su jefe era Zapatero. Les dieron hospitalidad los dos detenidos al principio [se refiere a los dueños del café Can Noi]. Dijo que llamaron a su quinta y le exigieron venir a Mallorca ofreciéndole 10 pesetas diarias, pero no les dieron nada. Pertenecía a la UGT. Declaró que en el muelle de Porto Cristo vieron muchos fusiles abandonados en la huida, cajas de bombas de mano Lafitte y un botiquín».

El historiador catalán Gonzalo Berger lo tiene registrado como ejecutado en Manacor. Es muy posible que su cuerpo sea uno de los ya recogidos en el cementerio de Son Coletes para su identificación. Los forenses necesitan el ADN de alguno de sus descendientes para cotejarlo y entregar los restos a su familia. Tenía una hermana llamada Josefa que puede que tuviera descendencia.