Juana Camilión, con la selección española de baloncesto 3x3. | Alberto Nevado

El nombre de Juana Camilión (Mar del Plata, Argentina, 1999) saltó a la primera línea tras firmar una de las mayores gestas en la historia del baloncesto femenino español. Tras años destacando en Estados Unidos y después de regresar a España para enrolarse en Estudiantes, la baloncestista crecida y formada en es Molinar apostó por el 3x3, modalidad olímpica en la que ayudó a España a subir al podio, a rozar el primer oro para una deportista balear en los Juegos de París 2024. La plata sabía a gloria y, además de reivindicar a esta modalidad emergente, lanzó al estrellato a la que ya es una nueva referente del deporte de la canasta mucho más allá de las islas. Un logro que tuvo continuidad días después al proclamarse campeonas de Europa, rubricando un verano inolvidable e irrepetible.

Han pasado unos meses desde aquella plata olímpica en París y sigue sonando a tópico, pero ¿cómo le ha cambiado la vida esta medalla?
—Sin duda, te la cambia para mucho. Primero, por el logro deportivo, que es enorme. Pero especialmente por la repercusión que tiene una medalla olímpica. Ahora, la gente te reconoce, te felicita, te conceden premios como este Siurell de Plata, te invitan a galas... Pero al final, yo sigo siendo la misma, no he cambiado para nada ni lo haré, aunque sí que es verdad que el ganar una medalla en los Juegos es un momento que te marca y queda para siempre. Y para bien.

¿Resulta fácil gestionar todo lo que lleva consigo?
—Pues un poco complicado sí, porque no estaba acostumbrada a este volumen de actividad. Agradezco todo: felicitaciones, premio, el cariño, e intento llegar a todos los que me reclaman. Creo que, poco a poco, lo estoy aprendiendo a gestionar, a compaginar lo que son los entrenamientos, los partidos, el acudir a diferentes actos... La verdad es que todo ha sido muy bonito, es un momento que quién sabe si volveremos a vivir, puede ser que pase una vez en la vida y lo quiero disfrutar. Además, es una gran oportunidad para conocer gente y abrirte nuevas puertas.

¿Sienten, además, que han marcado un antes y un después en la historia del baloncesto 3x3?
—Esta medalla de plata olímpica ha servido para relanzarlo. Desde que empezamos el verano, el ‘boom’ del 3x3 es innegable. Es cierto que una competición como los Juegos Olímpicos, con el impacto y la repercusión que tienen, ayuda mucho a la hora de darte a conocer y, en este caso, permite que la gente lo vea y lo disfrute, porque además salieron los resultados e hicimos un gran torneo en París. Por ello, creo que es un honor formar parte de este equipo y de este grupo de jugadoras que ha ayudado a que el baloncesto fuera protagonista y llegara a más personas que nunca.

¿Notan en las competiciones ese cariño e impacto del resultado?
—Es así. En cada evento del 3x3, la gente nos anima y conoce más. Eso se agradece a nivel personal, pero en lo deportivo sentimos que hemos aportado algo importante. Creo que siempre se nos recordará como ‘las chicas del 3x3’. Es algo bonito porque significa que hemos hecho algo importante para nuestro deporte.

¿Qué es lo que más le ha impactado de todo?
—En casa, en Mallorca, todo el mundo te conoce y siempre resulta más especial. Y en nuestra pista también y notas de verdad que es algo importante. Pero cuando sales a jugar fuera, me encanta cuando vienen los niños y las niñas de otras ciudades a pedirte una foto, un autógrafo... incluso las rivales te felicitan por lo que has conseguido y eso, sinceramente, es con lo que me quedo. Con el cariño de la gente y el reconocimiento que ha supuesto la medalla. Es muy bonito cuiando a los niños y niñas se les ilumina la cara cuando les saludas o te haces un selfi con ellos. No te da tiempo a estar triste después de una derrota, porque sabes que te están esperando y tienes que mostrar buena cara. Y lo haces a gusto, porque al final haces felices a esos niños y niñas y eso no tiene precio. Estar con ellos, atenderles, es parte de la huella que hemos dejado en el baloncesto, ayudando a que el 3x3, y más concretamente femenino, crezca y tenga una mayor visibilidad si cabe.

¿Queda lejos Los Ángeles 2028 y resulta inevitable pensar en ello?
—Uffff! Quedan todavía casi cuatro años. Hace nada acabamos los de París y hablar de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles suena muy lejano. Pero, sin duda, es y debe ser un objetivo para todas, aunque está claro que el camino es largo de aquí a 2028. Son cuatro años, un mundo, y no sé qué pasará entonces. Pero, a corto plazo, no se nos pasa por la cabeza. Creo que tenemos que pensar año a año, temporada a temporada, sin dejar de tener en mente ese objetivo que son los Juegos. Más, porque hemos dejado el listón alto con esta plata en París y querremos estar para intentar defenderla o mejorarla. Pero, insisto, todavía queda mucho tiempo. Ya hablaremos...