El hallazgo ayer de al menos siete supervivientes del terremoto que
arrasó el lunes el oeste de Colombia mantiene la esperanza de
encontrar aún a personas vivas bajo los escombros de Armenia, la
ciudad más afectada.
El temblor, de 6 grados en la escala de Richter, dejó 714
muertos y cerca de 3.000 heridos, según cifras oficiales, y ha
tenido decenas de réplicas, la última de ellas el martes por la
tarde, que agravó el temor de miles de damnificados que quedaron a
la intemperie o en refugios improvisados en las escuelas.
El Gobierno colombiano declaró el martes la zona arrasada como
región de desastre para poder agilizar las inversiones de
reconstrucción y atender a más de 200.000 damnificados que provocó
el seísmo en 17 municipios de la zona cafetalera. «Lo que más
necesitamos son tiendas de campaña para albergar a la gente»,
declaró el ministro del Interior, Néstor Humberto Martínez, que
calculó el valor de la reconstrucción en unos 100 millones de
dólares.
Los habitantes de Armenia desafían las órdenes de las
autoridades e intentan salvar a posibles supervivientes o recuperar
sus enseres que quedaron bajo las ruinas.
Un adolescente de 13 años fue rescatado ayer después de
permanecer 37 horas bajo los escombros de una casa de tres plantas
de Armenia que se desplomó el lunes.
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