La familia de un taxista de Calvià, que se encuentra en una
situación de coma irreversible y por tanto en estado vegetativo de
por vida, ha demandado al Insalud por una inadecuada asistencia en
el hospital de Son Dureta. La mujer y las dos hijas del afectado
(de 23 y 19 años), que están representadas por el abogado Ignacio
Forteza Rey, reclaman una indemnización a la Sanidad Pública de 188
millones de pesetas. Esta reclamación se tramita en los juzgados.
El paciente tenía 49 años de edad cuando su vida y la de su
familia cambió por completo. En el mes de mayo de 1997 el hombre
llevaba varios días sintiendo un dolor en el tórax, que en
ocasiones se proyectaba hacia los brazos. A las 13 horas del día 26
de mayo se sintió mucho peor. Además del dolor en el pecho, tenía
sudoraciones, mareos y náuseas. Su familia llamó al 061. Fue
introducido en una ambulancia y evacuado a Son Dureta. Durante el
trayecto el médico le hizo un estudio inicial que indicaba que
tenía un dolor en el pecho.
Al llegar al hospital, según refiere la demanda, se redactó la
historia clínica, en la que el enfermo hizo notar que su padre
había fallecido a los 57 años por un infarto. El médico de
urgencias, del que la familia desconoce su identidad, le facilitó
una pastilla de cafinitrina a su ingreso, y el dolor cedió. Cuatro
horas después el enfermo siguió quejándose del dolor en el pecho,
que cada vez era mayor. Según afirma el abogado Forteza Rey en la
demanda, el facultativo de urgencias hizo un diagnóstico, reflejado
en un informe, en que llegaba a la conclusión de que el taxista de
Calvià sufría un ardor de estómago, que se incrementaba con los
movimientos y la tos, y por tanto descartó que tuviera alguna
patología aguda. En este punto la demanda judicial afirma que el
médico no hizo referencia alguna en su informe al supuesto
electrocardiograma que se le realizó al paciente.
Esa misma noche, tras insistirle al paciente que presentaba un
cuadro de ansiedad y dolor de estómago, se le dio de alta y se le
ordenó que se fuera a su casa.
Aquella noche el paciente se tomó un sedante y durmió de manera
continuada. A la mañana siguiente el hombre se levantó, pero se vio
incapaz de salir a trabajar. A las 12 del mediodía comenzó a
sentirse mal otra vez. Su hija se ausentó y en este corto periodo
de tiempo el hombre sufrió un infarto agudo, que le hizo perder el
conocimiento. Cuando su hija regresó a casa descubrió que su padre
estaba tendido en el suelo e inmóvil. El infarto se había producido
13 horas después de ser dado de alta de Son Dureta.
Desde entonces no ha vuelto a recuperar jamás el sentido, ya que
las lesiones cerebrales que presenta son irreversibles. El paciente
lleva una sonda en la nariz para ingerir alimentos, respira por una
traqueotomía y lleva una sonda para evacuar la orina. El hombre no
responde a ningún estímulo, «se encuentra con los ojos abiertos y
la mirada perdida». La situación del enfermo merece la atención de
su familia durante casi 24 horas al día.
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