El padre, el hermano y la cuñada de María del Carmen abandonan la finca de s'Illot en donde apareció el cadáver, abatidos y rotos por el dolor. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA.

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JAVIER JIMÉNEZ-M.ADROVER Cinco meses y dos semanas. El pasado día 22 de mayo María del Carmen del Salto, una vecina de Porto Cristo, de 29 años, desapareció tras salir de un local de copas con un alemán que se «prestó» a ayudarla, después de que cayera por una escalera. Ayer por la mañana, tras un calvario de casi medio año para familiares y amigos, el perro de un payés encontró sus restos mortales entre unos matorrales de una finca de s'Illot, en Manacor. El cadáver se encontraba en avanzado estado de descomposición.

Mateu Galmés, un agricultor de unos sesenta años, salió, como cada mañana, a pastar con su rebaño. Le acompañaba otro payés, Esteve Sureda, y su perra «Perla». Los dos hombres y el can accedieron al predio de sa Gruta, en la carretera vieja de s'Illot, muy cerca de la antigua discoteca «Drhaa», y les llegó un olor nauseabundo e intenso. Hacía días que percibían aquel olor, pero pensaron que se trataba de basura o, quizás, de algún animal muerto.

Los dos payeses sigueron con el pasto, sin darle mayor importancia a esa circunstancia, pero de repente la perrita «Perla» corrió hacia unos matorrales y, a los pocos segundos, volvió portando algo en su mandíbula. A Mateu Galmés se le heló la sangre cuando comprobó que se trataba de un antebrazo humano, con una pulsera anudada a la muñeca.

El hombre y su compañero, alarmados, se dirigieron a aquellos matojos y tras echar un rápido vistazo advirtieron allí, oculto, un cadáver. Mateu y Esteve, que declararon que el cuerpo estaba envuelto en unas cortinas, corrieron a dar aviso a la Guardia Civil y a la media hora comenzaron a llegar los primeros efectivos de la Policía Judicial de Manacor. El lugar del hallazgo es un camino rural, angosto pero frecuentado por agricultores, y que se encuentra en el predio de sa Gruta, a unos ocho kilómetros del bar en donde fue vista con vida por última vez María del Carmen del Salto.

En las horas sucesivas se fueron acumulando efectivos de la Benemérita y del Cuerpo Nacional de Policía, que «peinaron» los alrededores del terreno en busca de pruebas. Desde el principio se tuvo la certeza de que se trataba del cuerpo sin vida de la vecina de Porto Cristo, a pesar de que los restos estaban en avanzado estado de descomposición y era imposible reconocerla. Las Fuerzas del Orden acordonaron la finca, ante una expectación periodística que crecía por momentos y a la una de la tarde llegó el abogado de la familia Del Salto, Pedro Rosselló. El letrado se mostró cauto, aunque reconoció que existían «muchas posibilidades» de que aquel cuerpo en descomposición fuera el de María del Carmen.