Cinco meses y dos semanas. El pasado día 22 de mayo María del
Carmen del Salto, una vecina de Porto Cristo, de 29 años,
desapareció tras salir de un local de copas con un alemán que se
«prestó» a ayudarla, después de que cayera por una escalera. Ayer
por la mañana, tras un calvario de casi medio año para familiares y
amigos, el perro de un payés encontró sus restos mortales entre
unos matorrales de una finca de s'Illot, en Manacor. El cadáver se
encontraba en avanzado estado de descomposición.
Mateu Galmés, un agricultor de unos sesenta años, salió, como
cada mañana, a pastar con su rebaño. Le acompañaba otro payés,
Esteve Sureda, y su perra «Perla». Los dos hombres y el can
accedieron al predio de sa Gruta, en la carretera vieja de s'Illot,
muy cerca de la antigua discoteca «Drhaa», y les llegó un olor
nauseabundo e intenso. Hacía días que percibían aquel olor, pero
pensaron que se trataba de basura o, quizás, de algún animal
muerto.
Los dos payeses sigueron con el pasto, sin darle mayor
importancia a esa circunstancia, pero de repente la perrita «Perla»
corrió hacia unos matorrales y, a los pocos segundos, volvió
portando algo en su mandíbula. A Mateu Galmés se le heló la sangre
cuando comprobó que se trataba de un antebrazo humano, con una
pulsera anudada a la muñeca.
El hombre y su compañero, alarmados, se dirigieron a aquellos
matojos y tras echar un rápido vistazo advirtieron allí, oculto, un
cadáver. Mateu y Esteve, que declararon que el cuerpo estaba
envuelto en unas cortinas, corrieron a dar aviso a la Guardia Civil
y a la media hora comenzaron a llegar los primeros efectivos de la
Policía Judicial de Manacor. El lugar del hallazgo es un camino
rural, angosto pero frecuentado por agricultores, y que se
encuentra en el predio de sa Gruta, a unos ocho kilómetros del bar
en donde fue vista con vida por última vez María del Carmen del
Salto.
En las horas sucesivas se fueron acumulando efectivos de la
Benemérita y del Cuerpo Nacional de Policía, que «peinaron» los
alrededores del terreno en busca de pruebas. Desde el principio se
tuvo la certeza de que se trataba del cuerpo sin vida de la vecina
de Porto Cristo, a pesar de que los restos estaban en avanzado
estado de descomposición y era imposible reconocerla. Las Fuerzas
del Orden acordonaron la finca, ante una expectación periodística
que crecía por momentos y a la una de la tarde llegó el abogado de
la familia Del Salto, Pedro Rosselló. El letrado se mostró cauto,
aunque reconoció que existían «muchas posibilidades» de que aquel
cuerpo en descomposición fuera el de María del Carmen.
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