Iso Diaw llegó a Mallorca hace ocho meses convencido de que
regresaría a su Senegal natal enriquecido y con recursos para sacar
adelante a su familia. El joven inmigrante estaba a punto de
alcanzar su sueño, pero en la noche de ayer se dejó un brasero
encendido en la habitación que ocupaba de una finca agrícola de Son
Sardina, en Palma, y un compañero lo encontró ya cadáver.
La víctima tenía 24 años y había desempeñado distintos trabajos
desde que aterrizó en la Isla, procedente de Murcia. Últimamente
había conseguido trabajo en una explotación de olivos de Son
Sardina, en concreto en la finca de Son Llompart. Se trata de una
posesión ubicada en el kilómetro 5 de la carretera de Sóller, a
unos doscientos metros de la gasolinera. Iso había llegado sólo,
pero en Senegal le aguardaba su familia. «En todo este tiempo ya
había ahorrado más de un millón de pesetas», comentó ayer a
Ultima Hora su compañero Mousa, de la misma
nacionalidad y que fue quien encontró el cadáver a primera hora de
la mañana. El inmigrante senegalés, en un castellano deficiente y
ayudado por un empleado de la finca, relató que sobre las ocho de
la mañana se dirigió a las dependencias que ocupaba Iso, para
anunciarle que el desayuno estaba listo. Comenzaba una nueva
jornada de trabajo, al que ambos se habían adoptado perfectamente:
«antes pagábamos 1.500 pesetas diarias por dormir en una pensión
pobre, pero en esta casa estábamos a gusto», añadió. Sin embargo,
una decisión del peón agrícola cambió dramáticamente su suerte: «Le
dije que no colocara un brasero en su cuarto, y él me respondió que
no lo haría», recuerda Mousa.
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