«Qué muerte más triste», comentó ayer apenado un vecino de la calle
Safareig de Palma, próxima a Aragón, cuando supo que un indigente
de unos 60 años había aparecido muerto por el frío en el solar
donde dormía a la intemperie, cubierto sólo por unos trapos
harapientos y unos cartones. La víctima, que todavía no ha sido
identificada, frecuentaba aquel descampado desde hacía
aproximadamente un mes. Antes pernoctaba en una sucursal bancaria
de la calle Oms.
Tenía la salud quebradiza y padecía del hígado. Los residentes
en la zona lo recuerdan por su caminar pausado y uno de ellos contó
que incluso lo había levantado del suelo «porque había veces que no
se aguantaba en pie». Serían las once y media de la mañana cuando
cinco adolescentes que jugaban en el solar se adentraron en una
zona de maleza y descubrieron el cadáver, con síntomas de
congelación. Se encontraba en una esquina oscura y húmeda, boca
arriba y de con restos de sangre en una de sus orejas.
Los muchachos, temerosos, lo tocaron y comprobaron que no se
movía. Luego corrieron a llamar a la policía. Roberto, uno de los
menores, explicó: «Hace una semana lo vimos entrar entre aquellos
arbustos; llevaba una bolsa del Insalud y andaba muy lentamente».
Los chicos, que a diario acuden al descampado junto a la calle Son
Real, en donde también pernoctan otros mendigos, aseguran que desde
aquel día ya no volvieron a ver al indigente.
El Grupo de Homicidios de la Jefatura palmesana se trasladó al
solar y examinó el cadáver, que a simple vista no presentaba
señales de violencia. Tampoco portaba documentación alguna, pero
los funcionarios, por su aspecto, consideraron que tendría entre 55
y 60 años. Entre aquellas hierbas el marginado había improvisado su
lecho, a base de trapos y cartones, y era allí donde también
soportaba un frío infernal.
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