Javier y Sandra viajaron a los Alpes el primer día del año y tenían
previsto regresar ayer. Ni ellos ni nadie podía imaginar que
volverían en ataud, tras despeñarse por un barranco el martes. El
entierro y el funeral por la pareja reunió ayer en Pollença a
cientos de amigos y vecinos de las familias Vila-Jaume y
Romero-Galera, que vivieron con inmenso dolor y un desgarrador
silencio los actos fúnebres.
A las diez de la mañana, aproximadamente, un centenar de
personas, muchas de las cuales no superaban la veintena de edad, se
congregó en el cementerio municipal, junto al polideportivo, para
despedir a Javier y Sandra. Los dos estudiantes pollencins,de 20 y
18 años, fueron velados en la capilla del camposanto y media hora
después sus féretros fueron portados a hombros por familiares y
amigos, que reflejaban en sus rostros todo el dolor vivido a lo
largo de una semana que, a buen seguro, nunca olvidarán.
Los ataúdes fueron conducidos hasta la tumba de la familia Vila,
en la misma que el pasado 27 de diciembre recibió sepultura
Guillermo Vila, patriarca del clan y abuelo del joven fallecido.
Los padres de Javier y Sandra habían acordado que ambos fueran
enterrados juntos y así ocurrió. Durante la media hora que duró el
entierro la emoción contenida fue la tónica general entre los
asistentes, pero no todos pudieron contener las lágrimas. Jóvenes y
adultos rompieron a llorar de forma desconsolada cuando los dos
ataúdes fueron introducidos finalmente en la tumba. Los sollozos de
la abuela de Javier Vila, rota por el dolor, y sus palabras de
recuerdo para el joven rompieron el silencio del acto y
emocionaron, aún más, a los asistentes.
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