El letrero indica dónde se encuentra la escuela de equitación. Foto: MICHELS

TW
0

Giesela Heinemann, una mujer alemana de 63 años de edad, denuncia que un grupo de germanos ha invadido sus terrenos y ha montado una escuela de equitación sin su autorización. La mujer se siente atemorizada porque ha sido amenazada y no se atreve a pasear por su finca ante la posibilidad de ser agredida. Esta mujer alemana es muy aficionada al deporte hípico. Compró hace años una finca en Andratx. Montó unas cuadras y una escuela hípica. Una fractura de cadera la obligó a abandonar esta afición.

El pasado mes de octubre, cuando aún seguía convaleciente de la operación, acudió a su casa una mujer, que no conocía de antes, llamada Cornelia. Le indicó si podía guardar su caballo en las cuadras, puesto que no tenía otro lugar donde dejarlo. Al principio Giesela le dijo que no estaba interesada. Sin embargo, tras una segunda visita, en la que la mujer le dijo que había buscado otros sitios y no los había encontrado, le permitió guardar el animal durante varios días. El caballo no comía y la mujer alemana le pidió si podía llevar otros animales para que no se sintiera solo.

De nuevo aceptó. No trasladó un solo caballo, sino que llevó once ejemplares.
La mujer de 63 años recuerda que un día los caballos se escaparon. Cornelia le pidió si permitiría que un mozo pernoctara en la finca para evitar esas huidas, mientras buscaba otro sitio. Accedió a su petición e incluso le permitió ocupar una habitación de su casa, sin recibir ni una sola peseta a cambio. Este empleado metió en su casa un perro y una cabra, lo que no agradó a la dueña de la vivienda, que le pidió que abandonara su casa.

El mozo se marchó, pero antes intentó que la mujer firmara un documento, algo a lo que ella se negó. A partir de ese momento el grupo alemán estacionó junto a las cuadras varios coches todoterreno (que no llevan matrícula), una caravana (donde duermen) y un carro. Fue entonces cuando la mujer alemana se dio cuenta de que las personas que habían ocupado su finca no tenían intención de abandonarla ni llevarse sus caballos. Se dirigió a ellos y les puso una fecha límite para abandonar la propiedad. La fecha límite era el pasado día 15 de diciembre.