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La inmensa mayoría de los europeos tiene conocimiento de la existencia de casos de malos tratos contra mujeres y niños, pero ése es un tema que no se trata entre amigos ni familiares, lo que hace suponer que «siguen siendo un tema tabú», según declaró a este diario la ministra de Justicia del land Sajonia-Anhalt (Alemania), Karin Schubert. «Esa conclusión coincide con los últimos sondeos realizados en la Unión Europea», dijo Schubert, que participó ayer en la primera jornada de la Conferencia Europea en Materia de Violencia Contra Mujeres e Infancia celebrada en Palmanova. «Los ciudadanos comunitarios están informados sobre la existencia de este problema y de forma casi unánime consideran inaceptable la violencia ejercida contra mujeres y niños. Pero, al mismo tiempo, la mayor parte de ellos dice tener conocimiento de ese fenómeno a través de los medios de comunicación y afirma no conocer directamente a ninguna víctima», señaló.

Schubert subrayó que, «en contra de lo que muestra la realidad, la mayor parte de los participantes en los sondeos cree que la violencia suele ser ejercida por personas desconocidas de las víctimas». La conferencia reunió en Palmanova a más de 300 especialistas en el tema, y la gran mayoría opina que la UE «tiene un papel a jugar en la lucha contra la violencia», afirmó la alcaldesa de Calvià, Margarita Nájera.

«Es necesario adoptar medidas complementarias y organizar otras acciones de sensibilización», dijo Nájera. En este sentido Karin Schubert señaló que «la mayor parte de ciudadanos europeos ha conocido la existencia de ese problema a través de los medios de comunicación y parece que en muy raras ocasiones se trata en familia o entre amigos, lo que hace pensar que sigue siendo un tema tabú».

Esos delitos «tienen lugar en nuestro vecindario y, contrariamente a una opinión muy extendida, el autor de la violencia es generalmente una persona próxima a la víctima», precisó. Entre las causas que engendran los comportamientos violentos con las mujeres y los niños, las especialistas sitúan en primer lugar el alcoholismo, seguido por la drogadicción, el paro, la pobreza, la exclusión social o el haber sido víctima de malos tratos en la infancia.