El Hotel Tívoli de s'Arenal fue la tumba ayer de dos trabajadores
de la construcción "Juan Pericás Campins, de 55 años, y Alberto
Foch Romaguera, de 31," que quedaron sepultados por los cascotes de
un anexo del establecimiento de tres plantas que se vino abajo
cuando una docena de obreros estaba realizando trabajos de reforma.
Cuatro obreros más quedaron atrapados bajo los escombros y una
cadena humana formada por unas 200 personas desescombró contra
reloj, de forma desesperada, y consiguió sacarlos con vida.
El establecimiento, en fase de reformas, se encuentra ubicado en
la calle Berlín esquina con la calle Lisboa, cerca del límite de
Palma con el término de Llucmajor. A las 11'50 horas, cuando cerca
de una docena de obreros trabajaba en el edificio, un estruendo
ensordecedor seguido de una gran polvareda alarmó a los vecinos.
Las primeras llamadas telefónicas al centro de emergencias del 112
no se hicieron esperar y en cuestión de minutos se puso en marcha
un amplio dispositivo de emergencia. Seis trabajadores de la
construcción habían quedado sepultados o atrapados bajo toneladas
de escombros y sus compañeros, asustados y aturdidos, comenzaron a
pedir ayuda a gritos. Los primeros momentos fueron los de mayor
tensión, debido a la confusión que reinaba.
Cada quince minutos, aproximadamente, un bombero pedía silencio
con un megáfono, para poder escuchar algún gemido o grito de
auxilio procedente de las piedras y vigas amontonadas. Desde la
calle otro centenar de personas seguía expectante las tareas, que
se prolongaron angustiosamente. Cuatro de los obreros sepultados
"identificados como J.Ll., de 45 años; M.F., cuya edad se
desconoce; R.D.M., de 47; y A.R., de 27" pudieron ser rescatados
con vida y fueron trasladados a centros hospitalarios de Palma, dos
de ellos en estado muy grave.
Entre las dos y las cuatro de la tarde una grúa colaboró en el
desescombro, cuando las posibilidades de encontrar con vida a los
operarios eran mínimas. Finalmente aparecieron los dos cuerpos, uno
cerca del otro, y las más negras expectativas se cumplieron. La
treintena de bomberos que participó directamente en la búsqueda de
los heridos se jugó la vida, ya que sobre sus cabezas seguía en pie
una torre del hotel de tres alturas a punto de desplomarse. Perros
adiestrados de la Guardia Civil y un detector de personas de la
conselleria de Interior también fueron utilizados en la
búsqueda.
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