Pocos minutos después, la embarcación japonesa empezó a hundirse
y, según relató Hisao Onishi, si bien todos esperaban la rápida
ayuda del submarino, la tripulación estadounidense se limitó a
lanzarles una escalera de cuerda. Después de eso, no recibieron
ninguna otra ayuda. Los supervivientes esperaron en medio del
océano la llegada de los guardacostas estadounidenses, lo que se
produjo una hora más tarde. «Fue una hora muy larga», dijo Onishi.
«Intentamos con todas nuestras fuerzas buscar a todos los miembros
de la tripulación de nuestro barco, pero desgraciadamente, hay
nueve desaparecidos», agregó el capitán, tras lo cual rompió a
llorar.
También en declaraciones a la prensa, Thomas Fargo, comandante
de la Flota del Pacífico de EE UU, justificó el comportamiento de
la tripulación estadounidense y declaró que debido a las
condiciones del mar era muy peligroso abrir las escotillas, ya que
había olas de hasta dos metros.
El accidente se produjo el viernes al sur de la isla Oahua,
cuando el submarino nuclear colisionó con el buque-escuela japonés,
que llevaba a cabo un viaje de estudio y prácticas en la zona. Un
total de 35 personas viajaban a bordo del barco nipón, de las que
26 fueron rescatadas en las primeras horas del accidente, mientras
que otras nueve, entre ellas cuatro estudiantes varones de 17 años,
continúan desaparecidas.
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