A la una menos cuarto Mari Carmen, una vecina de la calle,
regresó a su casa junto a Francisca, otra lugareña, y al pasar por
aquel callejón escucharon unos sonidos guturales: «Era como un
ronquido lejano y cuando me acerqué ví a una persona con medio
cuerpo debajo de una furgoneta. En un primer momento pensé que se
trataba de un borracho o de un drogadicto, pero luego reparé en que
era un jovencito. Estaba boca abajo, cubierto de sangre y parecía
que agonizaba», relató ayer María del Carmen. La mujer subió a su
casa y desde allí llamó al 091. Un coche patrulla llegó en pocos
minutos y los agentes, tras comprobar la veracidad de la llamada,
pidieron la presencia urgente de una ambulancia.
«Cuando los sanitarios le dieron la vuelta vimos que tenía un
agujero muy grande en un lado de la cabeza, como si le hubiera
disparado», apuntó Josefa García, otra de las testigos de aquella
noche. La señora, que reside en el primer piso de aquel callejón,
justo encima de donde cayó abatido por el disparo Àngel, explicó
que sobre la medianoche «escuché como un petardo y me asomé por el
balcón para ver qué pasaba. Había unos chavales y les dijo: '¿Qué
pasa, ya estamos de nuevo?', porque todas las noches montan jaleo y
aquí no hay quien pegue ojo». La mujer reparó en la furgoneta
blanca aparcada en al vía pública y luego descubrió el cuerpo del
muchacho: «Tenía las manos debajo del cuerpo y las piernas
cruzadas; había mucha sangre».
El callejón, habitualmente escenario de reuniones juveniles,
quedó de repente desierto. Una ambulancia del 061 llegó a Tomás
Rullán media hora después de la llegada de la policía, lo que
provocó la indignación de algunos vecinos, y los médicos
comprobaron in situ que el muchacho estaba en estado crítico. Las
primeras informaciones recogidas por los sanitarios apuntaban a que
Àngel Pozuelo había recibido una brutal paliza con bates de béisbol
y garrotes, si bien después se descubrió que, además, le habían
descerrajado un tiro en la cabeza. El muchacho quedó ingresado en
Son Dureta, agonizando, y los facultativos encontraron pocas
esperanzas para ser optimistas en su evolución. Ayer, a la una de
la tarde, el menor murió.
La principal hipótesis policial es que el crimen responde a un
ajuste de cuentas por algún asunto turbio, quizás relacionado con
el narcotráfico, y de momento no se han practicado detenciones. La
Policía Judicial ha citado ya a varios residentes en Son Gotleu a
fin de tomarles declaración en Jefatura y avanzar en la
investigación. En las próximas horas también está previsto que se
practique la autopsia a los restos mortales de Àngel Pozuelo en el
instituto anatómico de Palma.
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