Los investigadores creen que José Algar fue asesinado con un bate
de béisbol, con el que el ladrón le golpeó violentamente. El bate y
un destornillador aparecieron muy cerca del cadáver y en la
actualidad están siendo analizados por la Policía Científica. Las
dos máquinas del Mesón Victoria aparecieron forzadas
-presumiblemente con el destornillador-, pero no se avistaron a
simple vista grandes manchas de sangre, lo que parece indicar que
el delincuente comenzó a forzarlas y, de repente, el ruido despertó
a José Algar, que dormía a pocos metros. En la puerta sí se
hallaron manchas de sangre, ya que tras la pelea y el homicidio el
criminal huyó sin reparar en si dejaba huellas o indicios,
desesperado por escapar cuanto antes. El botín que obtuvo no ha
trascendido si bien, casi con toda seguridad, es escaso.
El hecho de que el cuerpo del camarero apareciera completamente
ensangrentado tiene una explicación: cuando la víctima recibió el
primer golpes cayó al suelo y luego, cuando se formaba un gran
charco de sangre a su alrededor, intentó incorporarse de nuevo pero
no pudo. José Algar no tenía familia en Mallorca, aunque al parecer
tenía un hijo que residía en la Península. Había cambiado de
trabajo en numerosas ocasiones y después de ser contratado por una
panadería desapareció algunos meses, de forma misteriosa. Luego
pasó a trabajar en el Mesón Victoria, donde en la noche del martes
encontró la muerte. La propietaria y el nuevo encargado del negocio
acudieron a primera hora de la mañana a la calle Reina María
Cristina y se mostraron muy afectados por lo ocurrido. Ni uno ni
otro, sin embargo, quisieron hacer declaraciones.
Con respecto a la vida que llevaba el fallecido, todo indica que
no era demasiado ordenada y que atravesaba por penurias económicas.
Sus allegados comentaron que últimamente pernoctaba en la pensión
Jaime Jaume, en la calle Fra Luis Jaume Vallespir, muy cerca del
escenario del crimen. La dueña del negocio, sin embargo, negó ayer
este extremo, aunque facilitó una versión un tanto extraña: según
ella, la policía se había personado en el edificio para recoger la
ficha de José Algar «aunque se equivocaron porque buscaban a otra
persona». Sea como fuere, lo cierto es que el camarero cordobés no
tenía residencia fija y algunos vecinos indicaron que tenía «cierta
afición a la bebida». Con todo, nadie habló mal del fallecido y los
que lo conocían lo definieron como «un típico andaluz, muy bromista
y que siempre hacía chistes».
Gerardo Sebastián, uno de sus mejores amigos, acudió al mediodía
al Mesón Victoria, muy abatido, y recordó que el lunes pasó por dos
ocasiones por el bar: «Ví a José a las tres y a las cinco y media
de la tarde y estaba como siempre: muy tranquilo y animado»,
apuntó. Este hombre descartó que el camarero hubiera recibido
amenazas de muerte y aseguró que «José nunca se metía en
problemas». Sobre sus supuestos problemas con el alcohol, Gerardo
se mostró también tajante: «Es falso ese que dicen de que bebía
mucho. Yo le quise invitar varias veces en el bar a una copa y
siempre me decía que no», dijo.
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