Hoy se cumple el séptimo día de huelga de hambre, pero no será el
último. Antonia Ruiz Mejía lleva desde el lunes acampada frente a
la puerta de los Juzgados de Vía Alemania bajo una pancarta en la
que pide justicia y, pese a que afirma que apenas le quedan
fuerzas, asegura que mantendrá este acto de protesta hasta que
«alguien me escuche». Antonia asegura que no le ha quedado más
remedio que iniciar esta huelga de hambre porque se siente víctima
de una estafa. Sin embargo, el juez ante el que presentó la
denuncia ha entendido que no es delito lo que le ha pasado y ha
decidido archivar el caso.
Esta mujer era propietaria de un terreno en la zona de Puntiró,
en Palma. Hace algunos meses un constructor le propuso un negocio
interesante: permutar el solar a cambio de un piso. La mujer aceptó
este acuerdo y, aunque ella cedía su terreno al constructor, en un
futuro iba a tener un piso nuevo. Mientras aguardaba a que el
inmueble se construyera el constructor le cedió una vivienda donde
vivir. Sin embargo, este acuerdo no se ha cumplido y el solar ha
sido vendido a una tercera persona. El constructor, ahora, pretende
sacarla del piso y, de hecho, ya hay fecha para el desalojo de la
vivienda. Ello supondrá que Antonia y sus dos hijos van a quedarse
en la calle.
Desde que inició este acto de protesta Antonia Ruiz sólo ha
tomado agua, azúcar y algún que otro zumo. No ha probado ni un solo
alimento. Apenas se sostiene en pie y poco a poco va perdiendo
visión. «Apenas me quedan fuerzas, pero me rindo. Seguiré aquí
hasta que consiga la justicia que me corresponde». A pesar del
tiempo que lleva esta mujer tumbada en un colchón junto a la pared
del Juzgado de Vía Alemania ningún asistente social se ha
preocupado por saber lo que le está pasando. El único que se ha
interesado por conocer su caso ha sido el juez decano de Palma,
Pedro Barceló, quien se ha comprometido a estudiar la documentación
y comprobar si lo que ella cuenta es cierto.
Si sigue muchos días en huelga de hambre, lógicamente su vida
corre serio peligro, pero a pesar de ello tampoco ningún médico se
la ha acercado para saber cómo se encuentra ni qué síntomas nota.
Quienes sí se ha preocupado por su caso han sido varios abogados,
que incluso se han comprometido a representarla gratuitamente en el
Juzgado. «Me noto la tensión baja y apenas puedo dar unos pasos si
no es con la ayuda de alguien». Tanto el marido como los hijos de
Antonia se han pasado muchos días junto a ella, apoyándola en esta
protesta que, como mínimo, continuará hasta mañana lunes.
Posiblemente este día logre mantener una entrevista con el juez que
archivó su caso.
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