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JAVIER JIMÉNEZ-M.VÀZQUEZ
Miguel Ormazábal no era natural de Mallorca, pero tenía familia en Fornalutx y visitaba con frecuencia la Isla. El sábado por la mañana el excursionista salió a pasear por las inmediaciones del Puig Major y avisó de que regresaría sobre las dos, a la hora del almuerzo. Sin embargo, las horas fueron pasando y su familia no tuvo noticias de él. Por la tarde, una llamada efectuada desde su teléfono móvil alertó de que no se encontraba bien y de que no tenía su dosis de insulina.

De inmediato se puso en marcha el dispositivo de emergencia, que contó con la participación del GREIM (Grupo de Montaña de la Guardia Civil), la Cruz Roja de Sóller y los bomberos. Los equipos de rescate no tenían datos concretos sobre la ubicación del excursionista, lo que sin duda ralentizó las labores.

Al caer la noche, la operación se complicó aún más porque los funcionarios debían tantear con precaución el terreno ante la ausencia de luz solar y la consiguiente posibilidad de que se accidentaran. A las siete de la mañana de ayer el helicóptero de la Guardia Civil se sumó a la búsqueda y dos horas y media después, aproximadamente, detectó un 'bulto' cerca de la finca Bini. Cuando el aparato descendió se comprobó que se trataba del cuerpo ya sin vida del excursionista, que había caído con una pendiente.

El cadáver fue rescatado y trasladado hasta el instituto anatómico forense, donde está previsto que hoy se le practique la autopsia. La principal hipótesis de los investigadores es que Miguel Ormazábal, en su intentó por encontrar el camino de regreso, sufrió un desmayo por una bajada brusca de azúcar y luego se despeñó.