El primer suceso ocurrió a las dos de la madrugada. Un grupo de
camareros de un hotel de Pollença decidió darse un baño tras
concluir el trabajo. Uno de ellos se agarró a un objeto flotante
pensando que se trataba de una boya. Sin embargo, descubrió que se
trataba de un cadáver. Inmediatamente se avisó a la Policía Local
de Pollença y a una ambulancia del 061. El fallecido es un
residente inglés de 44 años, llamado Roger Parrington. Se desconoce
el momento en el que el súbdito británico pudo arrojarse al agua.
Por otra parte, sobre las diez de la mañana de ayer se encontró
en el fondo de una piscina el cadáver de un joven de nacionalidad
colombiana, llamado Ariel. Esta piscina está instalada en un chalet
situado en la calle Forn des Vidre, en la barriada de
Establiments.
Según informaron ayer fuentes policiales, el joven sudamericano
trabajaba como jardinero en este chalet. Los dueños de la vivienda
se marcharon de en la tarde del sábado, pero Ariel se quedó un rato
más en el chalet porque no había terminado y estaba esperando la
llegada del autobús que le trasladaba a su casa. Por motivos que se
desconocen, el joven cayó en la piscina y, al no saber nadar, no
supo salir del agua. Se ahogó y su cuerpo quedó en el fondo de la
piscina.
Ayer por la mañana los dueños de la vivienda acudieron al
domicilio. El propietario descubrió que en el fondo del agua había
un hombre y después reconoció que se trataba del jardinero. Se
avisó a la policía. El cuerpo fue rescatado del fondo de la piscina
por los bomberos. Al lugar acudió también una comisión judicial. El
forense comprobó el estado del cadáver y valoró que debió ahogarse
el pasado sábado.
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