El centro penitenciario de Palma dispone de diferentes talleres.

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La problemática del inmigrante ilegal que llega a Balears y se convierte en delincuente es algo contra lo que las autoridades, y en especial los especialistas de la policía en estos casos, se ven impotentes de resolver en demasiadas ocasiones. Las trabas burocráticas, la picaresca y unas leyes que se consideran insuficientes, impiden o retrasan hasta límites insospechados la aplicación de la normativa que se dice, oficialmente, que existe. Pero quizás, el colmo de estos delincuentes es que si quieren pueden 'legalizar' su situación cuando son ingresados en cualquier centro penitenciario de España. La ley establece que un preso tiene derecho a trabajar en los talleres que hay en las cárceles.

Hasta el año pasado a este preso se le tramitaban unas condiciones especiales para la Seguridad Social, específicas para los casos de enfermedad o accidente laboral. Pero a finales de 2000 el Gobierno aprobó unos artículos en la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos, por los cuales los presos tienen derecho a ser incluídos plenamente en la Seguridad Social. La ley entró en vigor a principios del presente año y, desde entonces si, por ejemplo, un extranjero ilegal que ha cometido un delito es ingresado en la cárcel se acoge al derecho de trabajar. A partir de ahí se inician los trámites y adquiere la Seguridad Social. Después, al recobrar la libertad, tiene derecho al subsidio de paro y las prestaciones normales.

Mientras, en la calle, los 'sin papeles' siguen creando multitud de problemas a las autoridades. Ahí van varios ejemplos tomados de casos reales: Mourad fue detenido la semana pasada en Palma al comprobarse que se trata de un inmigrante 'sin papeles'. Cuando fue conducido ante los inspectores de la Jefatura del CNP que tramitan estos casos dijo que había nacido en Senegal. Como es preceptivo, los policías se pusieron en contacto con representantes del citado país en España, para que les confirmaran la identidad y nacionalidad de Mourad. Según la ley los policías disponen de tres días para identificar al 'sin papeles', a efectos de iniciar después los trámites para su expulsión. Pero transcurridas 48 horas, Mourad 'recordó' que este no es su nombre real y que, además, no ha nacido en Senegal, sino en Camerún.

El resultado fue que ya no había más tiempo para efectuar los trámites para su identificación y se le tenía que dejar libre o, en un caso extremo, conseguir que un juez lo enviara a uno de los centros de internamiento para extranjeros que hay en la Península. De ser así, Mourad, o como se llame, podrá estar un máximo de 40 días. En este espacio de tiempo corresponde a la policía identificarle, y los problemas se van multiplicando. Si el 'sin papeles', por ejemplo, dice que es de Sierra Leona, país en guerra civil, será por una parte imposible la identificación y, por otra, se tendrá que anular su repatriamiento por motivos humanitarios. Los casos de los inmigrantes ilegales son distintos según sean sus países de orígen.

Si el ilegal delincuente dice y demuestra que es argelino, por ejemplo, los representantes del país en España suelen hacer oidos sordos y no reconocen la nacionalidad de la persona de la que se piden los datos y, así, es practicamente imposible la repatriación.