Ayer continuó en el Juzgado de lo Penal número 5 de Palma el juicio
contra el empresario acusado de sacar a la fuerza a unos «okupas».
Uno de los testigos, que no vivía en el edificio de la calle
Botons, confirmó que conocía a la dueña de la vivienda desde hacía
años y que había acordado con ella que utilizaría el piso a cambio
de un alquiler de 15 mil pesetas. Esta persona dijo que utilizaba
la vivienda como lugar de trabajo, y que había acordado con la
dueña que el día que ella se lo pidiera se marcharía. Este testigo
explicó a la juez que realquiló el piso a uno de los denunciantes,
que le pagaba cada mes 10 mil pesetas, que entregaba a la dueña.
En la sesión declararon varios de los «okupas» que vivían en
este viejo edificio. Los testigos coincidieron al señalar que, a la
hora de comer, comenzaron a escuchar unos golpes en los pisos
superiores. De pronto, según ellos, «comenzaron a caernos trozos
del techo sobre los platos. Fuimos a ver que estaba pasando y los
albañiles no nos quisieron decir nada». Los testigos afirman que
los albañiles estaban quitando las tejas de la tercera planta,
encima de uno de los pisos en el que estaba viviendo una mujer
embarazada. Después de estos trabajos las diez personas que vivían
en el inmueble tuvieron que marcharse por consejo de los bomberos,
porque el edificio amenazaba ruina.
Los testigos, por tanto, desmontan la versión del acusado,
Fernando P.B., que manifestó en la primera sesión que él había
ordenado que se retiraran las tejas del edificio en el que no
vivían los «okupas». La mujer embarazada manifestó, a preguntas del
abogado Carlos Portalo, que los dueños del piso, que vivían en
Valencia, le habían autorizado a instalarse allí a cambio de que
«les cuidara los muebles». Confirmó que después de que ellos
denunciaran las obras, los albañiles derribaron la escalera, lo que
impidió recuperar sus pertenencias. El juicio continuará hoy.
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