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¿Qué tenían en común Ana Eva Guasch, Gregorio Palao Cespedosa y Miquel Angel Valls Marqués?. Los tres jóvenes palmesanos que desaparecieron entre 1994 y 2001 vivían prácticamente en la misma barriada, cursaban estudios en el mismo instituto y, lo más llamativo, se conocían entre ellos e incluso en el caso de la filóloga y Gregorio fueron a la misma clase. Un cúmulo de coincidencias que, como mínimo, se antoja inquietante y que está siendo investigado por el Grupo de Homicidios. El instituto Joan Maria Thomàs, el centro docente donde coincidieron los tres jóvenes, está ubicado al final de la calle Pablo Iglesias, cerca de la Plaza de Toros de Palma, y el hecho de que Ana Eva, Gregorio y Miquel Angel vivieran en las proximidades posibilitó que cursaran estudios en esas aulas.

Ayer, Ultima Hora se puso en contacto con el ex director del instituto en la época de los tres muchachos. Tomeu Cañellas aseguró que recordaba «perfectamente» a Ana Eva y a Gregorio, aunque no pudo aportar muchos datos sobre Miquel Angel. El ex responsable del instituto reconoció que se trataba de una coincidencia trágica, aunque no quiso darle mayor importancia ni relacionar los tres casos: «Cada uno de ellos era muy distinto y no hay base para pensar nada raro. Desde luego es algo que llama mucho la atención, pero no me gustaría que se llegara a conclusiones precipitadas; es una coincidencia y ya está», opinó.

Bartolomé Cantarellas, el actual jefe de estudios del instituto palmesano, reconoció ayer que el tema había sido investigado por la actual directiva del Joan Maria Thomas, pero al igual que Cañellas aseguró que no había indicios para relacionar las tres desapariciones, al margen del hecho puramente circunstancial de que los tres eran estudiantes del centro. Cantarellas explicó que él había impartido clases a Gregorio Palao e insistió en el riesgo de hacer elucubraciones sobre las tres desapariciones: «En todos los centros ocurren desgracias y aquí, sin ir más lejos, también desapareció otro alumno que practicaba submarinismo por Cala Virgili y meses después apareció muerto en aguas de Italia». Con todo, y pese a que los profesores y los responsables docentes han intentado no alarmar, lo cierto es que la coincidencia de las tres desapariciones no ha pasado desapercibida para este colectivo, que no encuentra una explicación coherente y admite que son demasiadas incógnitas, incluso para un grupo tan amplio como el de los estudiantes de ese instituto.

Gregorio Palao Cespedosa desapareció el 22 de diciembre de 1994, cuando se dirigía al bar que sus padres regentaban en la calle Lluís Martí. A las cuatro de la tarde no se presentó en su lugar de trabajo, lo que disparó todas las alarmas. Tenía por entonces 20 años, la misma edad que Ana Eva Guasch, la filóloga desaparecida actualmente, y por lo visto coincidió con ella en clase en Tercero de BUP. Gregorio era aficionado a juegos de rol y durante meses la policía lo buscó sin suerte. A finales de noviembre de 1997 dos excursionistas que buscaban setas en el Camí de Coanegra, en Santa Maria, encontraron su cadáver, en avanzado estado de descomposición. El cráneo presentaba un fuerte golpe, que la Guardia Civil atribuyó a una posible caída desde más de 30 metros. Sin embargo, el tiempo borró casi todos los indicios y la muerte de Gregorio nunca fue suficientemente explicada.

Miquel Angel Valls Marqués fue visto por última vez en la calle Balmes el 5 de enero de 1998, cuando tenía 20 años. De su casa no cogió ni dinero, ni ropa ni el DNI y Andreu, su padre, todavía está convencido de que alguien lo manipuló -sutilmente o por la fuerza- para que nunca volviera a casa. Miquel Angel coincidió con Ana Eva en clases de teatro y cuatro años después, en octubre de 2001, la filóloga desapareció de su casa de la calle Aragón. ¿Demasiadas coincidencias?.