«El Pepe» y «El Juanca» han revolucionado la tranquila localidad de
Pollença. Estos dos delincuentes juveniles, que entre ambos suman
más de 100 detenciones, la mayoría por delitos cometidos en aquel
pueblo, han provocado alarma social por sus reiterados robos y por
el hecho de que son detenidos y a las pocas horas o días ya están
en la calle, planificando su próximo «palo».
Juan Carlos tiene 23 años y José, su compinche, 22, y el pasado
miércoles al mediodía quedaron en libertad después de haber sido
arrestados por su penúltimo asalto. Durante unas horas deambularon
por Pollença, donde residen, y por la noche escogieron el
restaurante «sa Fonda» como objetivo. La pareja logró forzar uno de
los accesos y entró en el interior del establecimiento, que estaba
cerrado al público. Una vez en el interior se apoderaron de la caja
recaudadora y salieron a la calle, sin demasiadas prisas y
prácticamente sin adoptar medidas de precaución para no ser
sorprendidos.
Esa 'relajación' permitió que la Guardia Civil procediera a la
detención de los dos sospechosos, que no ofrecieron resistencia.
Según parece, el dueño del local asaltado estuvo a punto de tener
algo más que palabras con Juan Carlos y José, ya que es la quinta
vez que «visitan» su establecimiento con la intención de robar.
Los dos jóvenes quedaron detenidos en los calabozos beneméritos
y en las próximas horas serán puestos a disposición judicial. Las
fuentes policiales consultadas indicaron que el caso de estos dos
hampones juveniles ha creado cierta alarma social en Pollença, ya
que las propias víctimas de los robos de la pareja están obligadas
a ver cada día a los rufianes, que viven en el pueblo. «El Pepe» y
«El Juanca» sufren una fuerte adicción a las sustancias
estupefacientes, en especial a la heroína, y los botines que
obtienen en sus asaltos los invierten en la adquisición de
drogas.
El único aspecto 'positivo' de su conducta es que, normalmente,
no se enfrentan a las fuerzas de seguridad, «quizás porque saben
que al día siguiente estarán en la calle, libres», opinó ayer un
agente benemérito que conoce la problemática de Pollença. Ayer uno
de los detenidos debía ser juzgado por un delito anterior, pero no
pudo comparecer en los juzgados porque estaba recluido en los
calabozos. Su acólito está pendiente de cumplir una condena de 7
años de cárcel.
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