Equipos de rescate y el ejército ruso reforzaron ayer domingo sus
operaciones tras las catastróficas inundaciones en la región del
Mar Negro que han dejado al menos 58 muertos, en su mayoría
veraneantes.
Un portavoz del Ministerio de Emergencias dijo que se habían
recuperado 49 cadáveres hasta ahora en los alrededores del puerto
de Novorossiisk, mientras que otros nueve se habían hallado cerca
de las localidades de Sochi y Tuapse. El mismo portavoz indicó que
las condiciones meteorológicas estaban mejorando y que lo peor
había pasado, tras los aludes de lodo que fueronm causados por las
lluvias torrenciales en esa zona del sur de Rusia. «Según nuestros
pronósticos la amenaza mayor ha pasado», dijo el viceministro de
Emergencias Yuri Vorobyev, al presidente ruso, Vladimir Putin, en
una reunión especial en el Kremlin el sábado.
La mayoría de las víctimas fueron encontradas en el centro
turístico de Shirokaya Balka, a 16 kilómetros de Novorossiisk, y
uno de los más afectados por las inundaciones, las segundas que
golpean esa zona en este verano boreal. Decenas de autos y otros
vehículos fueron arrastrados hasta el mar, y puentes y carreteras
se derrumbaron por las enormes oleadas de agua que se deslizaron
hasta esos puntos desde terrenos más elevados, dijeron testigos
entrevistados en televisión.
La inundación, que estuvo acompañada por un violento tornado,
forzó a la evacuación de miles de veraneantes de zonas de acampada
y otras localidades de la costa. Fuentes del ministerio citadas por
la agencia de noticias Itar-Tass dijeron que más de 1.500 personas
que viven en la región se quedaron sin hogar, incluidos 800
niños.
Las agencias rusas dijeron que numerosas personas estaban aún
desaparecidas, lo que hace prever que la cifra de muertos aumente,
mientras que muchos de los veraneantes se habían quedado sin medios
de volver a casa.
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